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¿ASTRÓNOMOS ... O ECONOMISTAS?

               Con frecuencia  pensamos en  los astrónomos como el  arquetipo del sabio
               despistado. que se ocupa de los astros celestes y se olvida de los problemas
               terrestres. ¿Eran realmente así de despistados los grandes astrónomos? No,
               en absoluto. Y,  para muestra, he aquí tres ejemplos excelsos.
               Tales de Mileto
               El «padre de la filosofía» y uno de los Sie-
               te Sabios de la  Grecia antigua fue tam-
               bién un gran astrónomo, capaz incluso
               de predecir un eclipse. Se  cuenta de él
               que, una noche, de tanto mirar al cielo se
               olvidó de mirar al suelo ... y se cayó en un
               pozo, para escarnio de su esclava tracia.
               Pero,  precisamente por tanto mirar al
               cielo, supo prever que aquel año habría
               una magnífica cosecha de aceitunas, por
               lo que alquiló todas las almazaras de la
               región y, cuando llegó la cosecha, todos
               los aceituneros tuvieron que contratarle
               a él  sus  prensas  para moler las  aceitu-
               nas ... ial precio que Tales les impuso! Es
               el  primer monopolio de la historia.





                     es considerada como irreprochablemente científica. Podemos ver
                     en ello la amplitud de miras de este gran hombre de ciencia, su
                     manera uniforme de abordar todos los problemas que se le plan-
                     tearon, sin importar el campo del que verúan, y su conocimiento
                     de la esencia y función de la moneda posiblemente debido a sus
                     antecedentes familiares. Por otra parte, subyace su vocación po-
                     lítica,  seguramente heredada de  su tío,  sobre la necesidad de
                     aproximar ambas partes de Prusia al reinó de Polonia.
                         Sus esfuerzos fueron parcialmente vanos ante las presiones
                     políticas del ducado y de las grandes ciudades, sobre todo Gdansk
                     y Torún. Pero lo importante estaba conseguido: el sistema mone-
                     tario prusiano quedaba sujeto al ajuste dentro de Polonia, signifi-
                     cando el hecho una auténtica unión monetaria.





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