Page 126 - 14 Copernico
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terrestre ( cap. 8). Su concepto de gravedad tiene poco que ver con
                      la gravitación universal de Newton, ya que es local y referida solo
                      a la Tierra.
                          En su esquema, la Tierra está sometida a tres movimientos
                      (cap. 9), cuya explicación considera con detalle en relación al Sol
                      (cap. 11): rotación sobre sí misma, traslación alrededor del Sol y
                     precesión de su eje de giro.  En realidad, Copérnico llama a este
                      tercer movimiento declinación y lo supone opuesto al movimiento
                      anual y con el mismo período. Es decir, no lo llega a determinar
                      como lo conocemos hoy día, pero sí lo hace responsable de que el
                      eje terrestre forme un ángulo fijo con la eclíptica a lo largo del año
                     y,  por tanto, el Sol vea al eje terrestre con distinta inclinación
                      según la estación. Con todo, el capítulo clave es el 10,  donde se
                      expone que el Sol es el centro del cosmos, contra toda apariencia,
                     justificando esta idea y repitiendo el orden de las órbitas que ya
                      había introducido en el Commentariolus.  La Luna aparece aquí
                     vinculada a la Tierra.
                          Copémico, en esas primera páginas del primer Libro, rompía
                      con la concepción geostática y abandonaba también el geocen-
                     trismo. Pero no se había desligado por completo de las ideas clá-
                     sicas  y  mantenía ciertos  conceptos  preconcebidos  que  no  le
                     habían sido sugeridos por sus observaciones. En efecto, la esfera
                     y la circunferencia continuaban teniendo un valor absoluto. Creía,
                     igualmente, que la velocidad a la que se mueven los astros tenía
                     que ser uniforme, sobre la base de la tradición filosófica.  Final-
                     mente, para él seguían teniendo existencia las esferas cristalinas
                     de Aristóteles y vinculaba el eje de la Tierra rígidamente a una
                     esfera centrada en el Sol.  Si esto fuera cierto, el eje de rotación
                     terrestre debería mantener la misma inclinación con respecto al
                     Sol, por lo que no se podrían explicar las estaciones. De  ahí ese
                     tercer movimiento que introdujo, basándose en las ideas de «tre-
                     pidación» de Ibn-Qurra.
                         En este sentido, no es de extrañar que algunos autores ac-
                     tuales señalen que Copémico se encuentra en la frontera entre
                     la ciencia clásica y la moderna. Sus contribuciones dan lugar a la
                     aparición del pensamiento moderno,  aunque  la naturaleza de
                     aquellas esté más en la elección que en el descubrimiento. Copér-





          126        EL GIRO COPERNICANO
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