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En ese sentido, los primeros seguidores firmes de la nueva
                     teoría fueron  miembros de la escuela luterana de Wittenberg.
                     Aparte de Rheticus, los astrónomos alemanes Erasmus Reinhold
                     (1511-1553),  Caspar Peucer (1525-1602)  y Johannes Praetorius
                     (1537-1616) fueron firmes defensores de la cosmología coperni-
                     cana. A ellos cabe añadir la figura de Tycho Brache, que tan acti-
                     vamente promovió su estudio.
                         En el momento en que se publicó De revolutionibus, la Iglesia
                     católica estaba muy ocupada con dos problemas. Por un lado, la
                    preparación del Concilio de Trento (1545-1563), en el que se pasó
                     de las posturas de tolerancia con la Reforma, que habían impe-
                     rado hasta entonces, a una intolerancia absoluta, que enseguida
                     copiaron los hermanos reformados. La Sagrada Congregación de
                     la Inquisición, creada en 1542, y el Índice de  libros prohibidos
                    fueron alargando su sombra hacia lo que pudiera considerarse
                    herejía y, por extensión, a cualquier forma de pensanüento libre.
                        El otro tema que preocupaba en Roma era la reforma del ca-
                    lendario, discutida durante la primera mitad del siglo xvr y final-
                    mente aprobada en 1580. Como se ha comentado anteriormente,
                     Copérnico dio su opinión en 1513 respecto a la necesidad de espe-
                    rar a tener una medida más precisa de la duración del año. En el
                    De revolutionibus comentó y fijó esa duración, lo que tendría una
                    influencia directa sobre los que dieron forma al nuevo calendario.
                        Entre 1530 y 1543, año de la publicación del libro de Copér-
                    nico, Roma había mantenido una posición favorable a sus teorías
                    astronónücas e incluso Copérnico había recibido el apoyo de des-
                    tacados miembros de la Curia.  El cardenal Nikolaus von Schon-
                    berg, su amigo el obispo Tiedemann Giese y los papas Clemente VII
                    (1523-1534) y Paulo III (1534-1549) animaron de distintas formas a
                    Nicolás a dar a conocer sus temias. Pero, entre 1543 y 1546 sucedió
                    un hecho que cambió la situación: fue nombrado censor de libros
                    el dominico Bartolomeo Spina ( ca. 14 75-1546). Llevado por su celo
                    represivo,  pidió la condena del De Revolutionibus por razones
                    idénticas a las esgrimidas por los protestantes: la propalación de
                    tesis contrarias a las Escrituras y al pensamiento aristotélico. La
                    muerte de Spina en 1546 paralizó las actuaciones, pero la idea fue
                    ganando peso a medida que progresaba el Concilio de Trento.





         136        UN MODELO QUE PERDURA PESE A TODO
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