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LA REFORMA PROTESTANTE

               A lo largo del siglo xv1, diversos religiosos
               y  pensadores plantearon un cambio en
                profundidad de la vida de la Iglesia cató-
                lica,  sobre todo en ciertos puntos que
               consideraban esenciales. Este movimien-
               to,  básicamente relig ioso,  aunque con
               connotaciones políticas también, recibió
               el  nombre genérico de Reforma protes-
               tante. Pretendía revitalizar el cristianismo
               retomando usos  y  costumbres de sus
               primeros tiempos y trataba de reformar
               la  Iglesia para hacer que el edificio cleri-
               cal  estuviese más acorde con las  ense-
               ñanzas de Jesucristo. La  segunda gene-
               ración  de h_umanistas se  apuntó pronto
               a  estas  doctrinas, que fueron  primero
               predicadas por el agustino Martín Lutero
               (en la ilustración), quien revisó la doctri-
               na  oficial de la  Iglesia en  función de su  conformidad con las  Sagradas Escri-
               turas. Rechazó el  sistema sacramental católico, y,  en especial, la venta y co-
               mercio de indulgencias, declarando que el Evangelio debía ser predicado, pero
               nunca vendido; de acuerdo con su  interpretación de la Biblia,  afirmaba tam-
               bién que los cristianos no precisaban ser ordenados sacerdotes, negaba la
               autoridad del papa y  reducía  los  sacramentos a dos, que consideraba  los
               únicos fundamentados en  las  Sagradas Escrituras. Asimismo subordinaba la
               Iglesia al  poder político. En esencia, postulaba la salvación por la fe. Al princi-
               pio, la Iglesia católica no dio demasiada importancia a las ideas de Lutero, ni
               a sus ataques contra la doctrina de la salvación por las obras. Pero muy pron-
               to tuvo que reaccionar ante esta visión, tan apartada de la oficial de Roma, lo
               cual terminó llevando a Lutero y a sus seguidores a la excomunión.







              Aunque el libro tuvo una buena acogida entre los estudiosos
          de la ciencia natural, no fue reeditado hasta 1566 y,  en todo ese
          siglo  XVI,  el número de  ejemplares en circulación fue pequeño.
          Probablemente la polémica se habría detenido si no hubiese sido
          por el eco que el heliocentrisrno encontró, en la frontera de ese
          siglo con el siguiente, en personalidades tanto católicas corno pro-





                                           UN  MODELO QUE PERDURA PESE A TODO   137
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