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consistían en cursos de matemáticas que introducían la visión
aristotélica y la visión ptolemaica del universo y que permitían al
estudiante entender el calendario, así como calcular las fechas de
los días sagrados y también desarrollar habilidades que le abrie-
sen las puertas a una profesión de carácter más práctico, como
podía ser, por ejemplo, la navegación. Asimismo, entre las mate-
rias «prácticas» se enseñaba la astrología, sobre todo la elabora-
ción de horóscopos y cartas astrales en función de la fecha y hora
del nacimiento.
Por otra parte, en el Departamento coexistían dos visiones
diferentes, que podemos considerar como el contrapunto entre la
visión medieval, anclada en una tradición más filosófica que cien-
tífica, y la emergente visión humanista, más en concordancia con
el método científico. En esos tiempos se enseñaban dos sistemas
cosmológicos distintos: el de los «naturalistas» y el de los «ma-
temáticos». Como ya se ha dicho, los naturalistas explicaban el
modelo de esferas homocéntricas de Aristóteles como algo
«real»; por su parte, los matemáticos enseñaban el modelo ptole-
maico como un «método de cálculo», un «artificio» que no nece-
sariamente se adecuaba a la realidad, pero que permitía predecir
con una aproximación razonable el curso de los planetas. Segu-
ramente, a una mente tan sutil como la de Copérnico debió de
resultarle preocupante esa disyuntiva en un punto en el que sería
de esperar una concordancia completa. Tener que convivir con
ese tipo de trucos para explicar lo que la matemática probaba no
entraría en lo que un hombre de ciencia guiado por la razón ad-
mitiría como solución a un problema.
Respecto a sus libros de cabecera, se sabe que, cuando cur-
saba sus estudios en Cracovia, Copérnico adquirió varias obras
importantes: los Elementos de Euclides publicados en Venecia en
1482, una copia de la segunda edición de las Tablas alfonsíes,
impresa también en Venecia en 1492, y las Tablas de direcciones
de Regiomontano, publicadas en Augsburgo en el año 1490. Estas
copias, con anotaciones suyas en los márgenes y fumadas, se han
podido conservar.
A la vista de sus libros, podemos inferir en Nicolás un obse-
sivo interés por colectar datos que le permitieran contrastar o
30 PRIMEROS AÑOS: LAS IDEAS CLÁSICAS