Page 43 - 14 Copernico
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convirtió en caldo de cultivo para la futura ciencia polaca. Fue
        allí donde Copérnico empezó a usar la versión latina de su nom-
        bre, abandonando el anterior Kopernik o Koppernigk de su fami-
        lia.  Podría  decirse  que  con  ello  pretendía  universalizar  su
        proyección, pensando ya a nivel transnacional.
            En la Cracovia que conoció Copérnico en esos años había
        otros elementos que merecen ser mencionados. En 1491, el año
        en que se trasladó a la universidad, se fundó la primera fábrica de
        papel del reino polaco. Su creador, miembro de la Sodalitas Vis-
        tulana, fue Fryderyck Schilling, probablemente abuelo de Anna
        Schilling, mujer de la que volveremos a hablar en un momento
        posterior de esta biografía.
            Otros hechos importantes ocurridos en 1492 fueron la muerte
        de Casimiro IV y el incendio que devastó la universidad. El nuevo
        rey, Juan Alberto I, visitó la ciudad al año siguiente y revisó las
        obras de reconstrucción de los edificios afectados. Con seguri-
        dad, ese fue el año en que llegaron noticias de los descubrimien-
        tos hechos,  allende el mar, para la Corona de  Castilla, por un
        navegante  genovés  que  había desafiado  las  ideas  imperantes
        sobre la geografía te1Testre.
            En la Edad Media, el mundo había sido - junto con el demo-
        nio y la carne-  uno de los llamados «enemigos del hombre».
        Ahora, en cambio, el mundo estaba ahí,  al alcance del hombre,
        para ser descubierto por los grandes exploradores y para ser ob-
        servado por los grandes astrónomos. La visión de la superficie
        terrestre, hasta entonces limitada a solo tres continentes, se am-
        pliaba así de forma espectacular. Desde aquel año hasta la muerte
        de Copérnico, todo un enorme continente, América, pasaría a for-
        mar parte del mundo ya conocido.
            Podemos imaginar la conmoción intelectual que este hecho
        debió de provocar en una universidad como la cracoviana. Al des-
        cubrirse que, navegando hacia el oeste, podía alcanzarse tierra
        firme, se rompía con conceptos largamente admitidos por la geo-
        grafía. ¿Sería posible algo así en otros ámbitos de la ciencia? Sur-
        gían,  por tanto,  nuevas preguntas a  las que los neoplatónicos
        intentarían encontrar respuesta. La puerta al cambio había co-
        menzado a abrirse.






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