Page 20 - Primer libro VIM
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Un trágico accidente ¿muerte o nueva vida del fundador de VIM?
Desde niño, Santiago destacó por su gran energía. “No sé si buena o mala” –suele decir Santiago- “pero eso siempre
ha sobresalido en mí”. Con frecuencia, esa energía se expresaba en reaccionar en contra de las “reglas” arbitrarias,
sobre todo aquéllas que más lo limitaban. En el deporte, por ejemplo: cuando otros se empeñaban en desanimarlo
con mensajes de fracaso, por no haberse apegado a los muy restringidos lineamientos establecidos para entrenar,
Santiago se esforzaba por buscar otros caminos que lo llevaran a tener éxito y triunfar.
Probablemente heredó esa energía de su madre, quien era una mujer campesina, de personalidad motora y
carácter aguerrido. Destacaba por su gran liderazgo, no obstante la opresión en que siempre vivió junto a las demás
mujeres de su época; pero ella hablaba con firmeza en las asambleas y la gente la respetaba.
Nayarit, su estado natal, era todo un laboratorio de ese universo de discapacidades emocionales que ya hemos
comentado. En él, como en muchos otros lugares del mundo, se estilaba arreglar todo con violencia: las familias y
las escuelas eran lugares sumamente violentos. Santiago fue muy golpeado, como muchos niños de su época; esto
sin duda dejaría en él profundas secuelas de discapacidad emocional, como se verá más adelante. No obstante, él
siempre rehusó abusar de los débiles; por el contrario, buscaba enfrentar a los más grandes para impedir que éstos
siguieran lastimando a los pequeños.
Inquieto y lleno de energía todo el tiempo, Santiago vivía su juventud con mucha intensidad. Uno de esos días,
disfrutando de un momento de diversión en la alberca, se tiró de un trampolín de tres metros, lesionándose el
cuello en el fondo de la fosa. Casi sin movimiento en el cuerpo, Santiago fue llevado de inmediato al hospital y de
camino, el auto que lo transportaba, sufrió un trágico accidente que terminó lesionando de forma irreversible su
espina dorsal, transformando la vida de Santiago para siempre.
Su madre, no exenta de esa misma discapacidad emocional y con todo y sus propias limitaciones, enseñó
a Santiago a enfrentar la vida y su nueva condición, con el mismo estilo en que lo hacía el duro ambiente
de su pueblo: “es aquí donde quiero que demuestres tu fuerza” –le decía su madre, cada vez que se sentía
derrotado-, “demuéstrame ahora qué tan fuerte eres”.
Chapalilla, primera Escuela de Integración Social de Vida Independiente México
Luego del accidente, Santiago vivió los dos años más difíciles de su vida. Con nula movilidad en todo el
cuerpo, a partir del cuello, su mente intentó traicionarlo una y mil veces; con la misma idea que invade
a muchos como él: “¿para qué vivir Santiago?”…”¿a quién le interesa tu vida?”…“Eres un ser inútil a la
sociedad”…”Olvida tu carrera de ingeniería química”. O peor aún: “si siguieras estudiando ¿a quién le
interesaría un Ingeniero invalido?”. Lo más triste de todo -pensaba Santiago en esos momentos-… “es el
hecho de no tener la más mínima movilidad en los dedos, ni siquiera para jalar un gatillo y terminar con
todo”. ¡Ni siquiera eso!
En medio de esa gran desolación, su madre, sin darse cuenta del todo y siendo ella misma la primera en
rebelarse contra el diagnóstico de inmovilidad sin esperanza al que aún hoy en día son “condenados”
muchos cuadripléjicos, forjaría en él un concepto muy singular de vida independiente y la semilla de lo
que marcará el liderazgo social de Santiago para el resto de su vida: ella fue la primera en someterlo a una
rehabilitación “extrema” -sacada a sudor y lágrimas- que lo haría independiente y que transformaría para
siempre todos los conceptos y alcances conocidos hasta entonces de lo que significaba rehabilitar.
El pueblo de Chapalilla donde nació, fue como su segunda “madre”. Era un lugar accidentado, sin servicios
urbanos, sin pavimento. Tan inhóspito y tan lleno de obstáculos que se convertiría en el lugar perfecto para
poner a prueba todas las capacidades de una persona cuadripléjica en silla de ruedas. Santiago aprendería
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