Page 24 - Primer libro VIM
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sus intereses personales o sus privilegios de grupo. Algunos organismos en Latinoamérica, reflejan mucho
               esa debilidad de la corriente oficial que se ha hecho cargo de la agenda pública de la discapacidad. Las
               reuniones  de  los  organismos  oficiales  en  esos  países,  no  logran  convocar  más  allá  de  una  docena  de
               personas con discapacidad, muchas de las cuáles no tienen claro su papel ni el propósito por el que son
               invitadas a participar. Es claro el poco involucramiento de las personas con discapacidad y la necesidad
               de revertir esa apatía, si queremos ver incrementado el poder de convocatoria tan limitado por parte de
               las propias instituciones públicas; solo juntos, sociedad y gobierno, lograremos ir más allá de lo que se ha
               podido avanzar hasta ahora.

               En  México,  la  discapacidad  significó  un  vaivén  y  un  juguete  de  la  política  partidista,  durante
               prácticamente toda la década de los 90’s. Todos querían ganar votos con la imagen de la discapacidad.
               Hubo buenos gestos, pero no fuimos capaces como sector de aprovecharlos. El programa de Zedillo,
               por  ejemplo:  un  programa  nacional  sin  presupuesto,  que  terminó  asumiendo  el  DIF,  obligándolo
               a  contratar  un  promotor  con  discapacidad  en  cada  Estado.  El  problema  fue  que  ningún  líder  con
               discapacidad llenaba el perfil. Muchos de ellos, actualmente siguen ahí; sin mucho avance real y con
               informes anuales repetitivos.

               Cabe recordar que el Programa de Zedillo fue diseñado, en al menos un 80%, con aportes nuestros como
               movimiento Vida Independiente México y de la DPI; pero no se nos reconoció ningún crédito en ello,
               porque así es la política partidista. Tampoco se dio crédito alguno a los únicos eventos nacionales que
               por esas fechas logró organizar el partido en el poder; no obstante haberlos llevado a cabo, basándose en
               nuestra estructura como Confederación Mexicana de Limitados Físicos y Representantes de Deficientes
               Mentales, A.C.; misma que nuestro movimiento presidía en aquellos años.


               Todo este panorama latinoamericano y nacional, sumado al internacional que nos permitió conocer la
               Asamblea Mundial, nos convenció de que el movimiento en México, al menos el que se estaba gestando
               desde los canales oficiales, no estaba funcionando.


               Urge una nueva significación, para comprender mejor la
               discapacidad en el mundo

               Ni Santiago ni el movimiento Vida Independiente México creemos que, tratándose de discapacidades, los
               individuos puedan ser catalogados en los dos grandes universos en los que hoy en día se pretende clasificar
               a la humanidad –prácticamente en todos los países del mundo-: personas con discapacidad y personas sin
               discapacidad.

               Los primeros quince años de convivencia de Santiago con diferentes tipos de discapacidades, en su Estado
               natal -como quedó descrito al inicio del presente capítulo-, le permitieron darse cuenta y comprobar que
               efectivamente, tal y como lo establece la Convención, la discapacidad es una condición humana; no de
               unos cuantos, sino de toda la humanidad. Los chuecos  de salud (discapacidad orgánica), los chuecos físicos
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               (discapacidad motora y sensorial), los chuecos sexuales (impotencia y otras incapacidades), los chuecos
               glandulares (discapacidad emocional) y los chuecos mentales (discapacidad intelectual), compartimos una
               misma, rica y diversa realidad: la discapacidad como esencia de lo humano. Hay cuatro aprendizajes que
               quizá puedan servir como hipótesis de nuevas investigaciones y que nos gustaría compartir ahora: ellos
               forman parte de nuestra experiencia viva, acerca de cómo hemos visto el mundo desde nuestra silla de
               3 “Chuequez” o “chueco” –como se verá a detalle más delante- es una expresión que sólo es aceptada entre personas con discapacidad motora.
               En teoría, un “parado” (como suele llamarse a quienes no comparten dicha discapacidad) no puede llamar “chueco” a ninguna de ellas, porque se
               considera una falta de respeto (a menos, quizá, de que esté dispuesto a asumir su propia chuequez). Para nosotras, en cambio, el término tiene un
               valor muy especial; no sólo afectivo sino de profunda cercanía entre quienes compartimos esta forma singular de ser humanos.

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