Page 78 - Primer libro VIM
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sin miedos. Algunos han llegado incluso a ser instructores no oficiales que apoyan la enseñanza. Entre
más joven se es, más rápido el aprendizaje. Los jóvenes con lesión medular, cuyo promedio de edad
oscila entre los 16 y los 25 años, por lo general son energéticos que no le temen a la vida. No se detienen
ante la discapacidad; por eso, es más fácil su recuperación. Se vuelve un reto permanente para ellos. No
parece haber muchos carismáticos; ellos podrían ser los líderes sociales que hay que detectar y formar.
Cómo se va gestando el proceso de integración
El impacto para la familia, después de un buen proceso de rehabilitación física, puede ser enorme. Muchas
PCD, cuando empiezan a integrarse, asumen responsabilidades en todos los ámbitos en que se movían
antes de adquirir la discapacidad. Entre más pronto transcurre el proceso de aceptación y rehabilitación,
más capacidad se logra tener para retomar rápidamente la dinámica que se traía antes de adquirir la
discapacidad; incluso en aspectos de mucha energía o de mucho riesgo. Algunos, ciertamente, logran
integrarse muy rápido: superando las barreras nada sutiles de la discriminación (ver Gráfica 27). Otras,
quizás por orgullo, rechazan trabajar para otras personas una vez que adquieren la discapacidad y deciden
asumir cierta independencia laboral.
En Chapalilla, Santiago buscó vincularse a los parados;
logró de muy diversas maneras, integrarse con ellos. Y
no obstante que sus habilidades en muchas ocasiones le
brindaron la oportunidad de ganar una posición, prefirió
apostar a la rehabilitación de personas abandonadas
y a la formación de líderes sociales. “No basta con un
Santiago”, suele decir: “lo que verdaderamente vale
la pena, es que seamos muchos ‘Santiagos’, muchos
líderes sociales”.
Un modelo que necesita líderes, no
posiciones ni privilegios
Afortunadamente hay muchas personas que están
emergiendo, pero requieren tiempo de maduración.
Otros están limitados por sus propias familias: una
vocación de vida profesional, tan demandante como ésta, no la asimila fácilmente la familia. Se requiere
tiempo, salud, coraje; pase lo que pase, seguir adelante. Las familias tienen la oportunidad de asumir que
su papel es acompañarlos y, en todo caso, ayudarlos a forjarse como líderes. La gráfica 71 (cfr. pág. 95)
nos muestra un ejemplo de cómo se presenta el proceso de maduración en el Modelo VIM: 80 PCD llevan
menos de un año participando y 110 personas superan el año; de estas últimas, 37 personas acumulan tres
años de experiencia y once personas, más de 8 años. Para ser instructores, se requiere una maduración de
por lo menos tres años de participar en el modelo.
En otros países como Polonia, Argentina, Colombia y Cuba, por mencionar algunos de los más
comprometidos, se han ido forjando importantes liderazgos: la gente con discapacidad empieza a ser
más receptiva a esta nueva visión, más integral, que ha buscado construir Vida Independiente México.
Lo mismo puede decirse de algunos otros países recién liberados de la extinta Unión Soviética, como
son Ucrania, Rusia, Hungría, en donde hemos trabajado con una de nuestras almas gemelas como
movimiento, el compañero Dariuz Mokosa.
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