Page 74 - Primer libro VIM
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Cómo surge la conciencia de una silla y un cojín adecuados

               La silla debe ser una herramienta que nos permita desarrollar nuestra vida con normalidad; moverla sin
               tener que hacer demasiado esfuerzo; sin hacer sufrir a nuestro cuerpo, dolores o calambres. Poder subirla
               y bajarla  de  un carro.  Que  estéticamente nos  permita vernos  presentables,  tener una  buena  imagen,
               erguirnos en ella; con un cojín adecuado (de gel especial, importado, por ejemplo), que nos permita estar
               sentados en ella muchas horas, sin poner en riesgo nuestro cuerpo. El peso de la silla es importante, aunque
               no es fundamental. Un peso adecuado son 12 kilos; cuando el peso es mayor, no es una buena silla.

               La silla comenzó a ocupar un lugar especial en el curso, a partir de que Santiago pudo vivir la experiencia
               de utilizar distintos tipos de silla. En los 30 años de usar silla de ruedas, ha pasado básicamente por dos
               etapas: la primera de ellas, con una silla ortopédica en la que duró cerca de tres años; llegando incluso
               a pensar -como muchas otras PCD- que las buenas sillas eran aquellas que tenían funciones especiales:
               quitar y poner descansabrazos, o posa pies giratorios, entre otras.

               Posteriormente, se dio cuenta de que nada de eso tenía que ver con una buena silla: lo más importante es el nivel
               de vida que puede ofrecer a una persona con discapacidad motora. Las PCD motora pasamos toda nuestra vida
               sobre una silla de ruedas; lo más lógico es que ésta se adapte a nosotras y no al revés. Resulta absurdo resignarse a
               que las PCD tengamos que padecer la silla que usamos, debido a su gran peso, su poca resistencia o su inutilidad.


               Esto generó que en VIM nos diéramos a la tarea de buscar una silla que fuera mucha más ligera, ergonómica,
               durable, de un material resistente y a un precio accesible. Con ruedas ligeramente abiertas en la parte
               inferior, para brindar mayor estabilidad de manejo; fáciles de quitar y poner, para poder subir la silla al
               vehículo, ya sea que se utilice taxi, transporte público, automóvil adaptado o asistido. En una palabra, una
               silla digna, fabricada a la medida de las necesidades específicas de cada persona con discapacidad; que
               pueda brindarle máxima movilidad, funcionalidad, mejor calidad de vida un precio accesible.

               Una silla a prueba de lugares pobres en servicios urbanos o accidentados en su orografía, como los muchos
               que hay en México; que ofrezca la posibilidad de superar cualquier obstáculo –tal y como se enseña en el
               curso-. Santiago aprendió a superar barreras en su pueblo de Chapalilla, como ya lo decíamos; primero lo
               hizo en una silla ortopédica –con todas las dificultades adicionales que ya mencionamos, por su inadecuado
               diseño-; y, posteriormente, en una silla QUCKIE -una de las más exclusivas y caras del mundo- que por
               fortuna le fue donada: su costo es superior a 2500 dólares (más de 30 mil pesos mexicanos).

               El problema de la silla Quickie, -que es lo más parecido a lo que ofrece VIM- además de su elevado costo, es el hecho
               de que que se vende sin que el usuario pueda probarla; es decir, las PCD la adquieren un poco a ciegas. Imaginemos
               el impacto para Santiago, de haberse acostumbrado a cargar y mover con dificultad su silla “monstruopédica”
               (como suelen llamarle las PCD al monstruo de más de 20 y hasta 40 kilos que llegan a pesar estas sillas -mal llamadas
               ortopédicas y que todavía son “recomendadas” por algunos médicos-) a la ligereza de una silla Quickie: Santiago
               sentía que se iba a matar en la primera caída. Esta experiencia, le sirvió para darse cuenta de que es indispensable
               brindar una capacitación previa, antes de entregar cualquier tipo de silla, sobre todo si es más ligera y ergonómica.
               Hoy en día, ésa es una política de VIM: no se entrega ni una sola silla sin dar la capacitación.


               Silla y curso: herramientas inseparables

               VIM no regala sillas así sin más, ni funcionaría que el gobierno lo hiciera; sería la mejor manera de sabotear
               todo el proceso. La silla debe ser adecuada: debe adaptarse a la persona y no al revés. Esto parece simple pero
               significa todo: la ergonomía, (es decir, la forma que tiene y que permite al cuerpo embonar perfectamente en
               los espacios), el peso, la altura, posa pies, llantas adecuadas para un mejor rodamiento y un buen equilibrio,
               entre otros aspectos.

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