Page 157 - 01 Einstein
P. 157
Quizá en su juventud, al fantasear acerca de su futuro, Einstein
soñara con la gloria científica, pero resulta improbable que se
viera convertido en una referencia moral, cuyas opiniones sobre
la paz, Dios o la libertad acabarían engrosando las colecciones
de frases célebres. Para ello habría tenido que leer en una
bola de cristal el drama del siglo xx. Mientras él se afanaba en
promocionar al físico, las dos guerras mundiales y el nazismo le
impusieron al pacifista, al sionista y al refugiado. Abrió su estan-
cia en Estados Unidos como un científico admirable y la cerró
siendo venerado por las masas. La simpatía y el cariño que des-
pertaba por doquier respondían en parte a su modestia y a su
estampa de sabio distraído, pero sobre todo a que supo aprove-
char su fama para abogar por causas que una mayoría conside-
raba tan justas como perdidas. No faltó quien pensara que podía
muy bien ahorrarse su conciencia cívica. Su amigo Max von
Laue se lo echaba en cara: «¡Pero por qué tenías que destacar
también políticamente! Estoy muy lejos de reprocharte tus
ideas. Solo me parece que el erudito debe mantenerse al mar-
gen. La lucha política exige otros métodos y naturalezas que la
investigación científica».
Ante la guerra y las tormentas ideológicas que azotaban
Europa, Einstein debió de pensar que confiar en los métodos y
naturalezas de los políticos equivalía a un suicidio colectivo. Su
EL EXILIO INTERIOR 157