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el mismo tema y que sirvió de base al tratado de Apolonio. Arquíme-
des habla en varias ocasiones de ciertas propiedades de las secciones
cónicas que creía contenidas en el tratado de Euclides.
Es otra de las obras perdidas, y posiblemente consistía en una
«puesta en escena» de todo lo que, en su época, se conocía sobre
las cónicas, con un objetivo pedagógico.
En la introducción se ha indicado que los «matemata» pitagó-
ricos eran cuatro. Si Euclides pretendía articular una formación
completa de la matemática, debía atender a los cuatro. No debe
pues sorprender que se le atribuyan los textos que siguen.
«Las leyes de la naturaleza no son más que
los pensamientos matemáticos de Dios.»
- EUCLIDES.
Los Fenómenos constituyen un texto de pequeña astronomía;
es decir, describe lo que es visible en la esfera celeste en movi-
miento, excluyendo los movimientos de los planetas. Se refiere,
pues, al orto y al ocaso de las estrellas y presupone un cierto co-
nocimiento de la geometría de la esfera que no se halla en los
Elementos. El breve tratado Elementos de música, de autoría
controvertida, contiene la teoría de los intervalos musicales de
acuerdo con la tradición pitagó1ica.
La Óptica es un texto sobre la perspectiva que, junto con los
Fenómenos, aborda el conocimiento de lo que vemos. Su objetivo
es establecer la medida de lo visible en relación con la posición
del observador y con la medida del objeto observado. Euclides
sostiene que la visión va del ojo al objeto, una afirmación que se
tendría por cierta hasta que el erudito árabe Alhazen (965-1040)
en su Kitab al-Manazir (Libro de Óptica) afirmó precisamente lo
contrario: la visión se debe a que el ojo recibe uno o más rayos de
luz emitidos por el objeto. A pesar de ello, el libro de Euclides se
considera uno de los trabajos sobre óptica más importantes de
entre los anteriores a Newton, y artistas del Renacimiento como
Filippo Brunelleschi, Leon Battista Alberti y Friedrich Dürer se
sirvieron de él para elaborar sus propios tratados de perspectiva.
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