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la batería, su couronne de tasses, y la cantidad de electricidad
suministrada dependía del número de células utilizadas.
La batería de Vol ta abrió el carrúno a la descomposición de las
sustancias en sus elementos constituyentes. Con ella, el químico
británico Humphry Davy y su joven ayudante Michael Faraday
habían descompuesto el agua en hidrógeno y oxígeno y obtenido
sodio y cloro. Este proceso de descomposición eléctrica y la
causa de la migración de sus productos hacia los polos de la pila
eran motivo de una animada controversia. Lo que pronto quedó
perfectamente establecido es que se debía a una reacción química
entre la salmuera y el pedazo de cinc, que poco a poco se iba
disolviendo. Cuando se terminaba el cinc, la reacción química se
detenía y dejaba de medirse corriente eléctrica. La moraleja era
que las reacciones químicas producían electricidad y la electrici-
dad producía reacciones químicas. Ahora bien, si la electricidad
guardaba en su interior tales sorpresas, el magnetismo era aún
más misterioso.
EL INCOMPRENSIBLE IMÁN
Quizá haya pocas cosas tan fascinantes como observar el com-
portamiento de un par de imanes. Tal vez por eso el magnetismo
siempre haya estado envuelto en un halo de misterio. Para los an-
tiguos, era la prueba palpable de la existencia de fuerzas invisibles
a nuestro alrededor. ¿Hay algo más sorprendente de observar que
un trozo de hierro atraído misteriosamente por un imán? ¿O sentir
una oposición invisible cuando intentamos acercar los polos norte
de dos de ellos?
Los chinos conocían este fenómeno. Descubrieron que un
trozo alargado de magnetita flotando en un cubo de agua se ali-
neaba en dirección norte-sur. En 376 a.c., el general Huang Ti
utilizó esta curiosa propiedad para dirigir a su ejército, pero los
chinos no la utilizaron en la navegación marítima hasta novecien-
tos años después. Esta rudimentaria brújula fue importada por los
árabes y con ellos pasó a Europa.
132 UNIVERSO ELÉCTRICO