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y física del aprendizaje experimental subvertiría el orden estable-
cido de la excelencia matemática y la sumisión del clérigo y el
oficinista». A su modo de ver, las matemáticas y el anglicanismo
se absorbían mejor en las clases y capillas que en el laboratorio.
El mismo Todhunter sostenía en 1873 que las ciencias experimen-
tales eran «mercenarias» y que, a pesar de que «el trato constante
con algún profesor ilustre por su capacidad original para la expe-
rimentación» pudiera merecer la pena, las pruebas en las ciencias
experimentales no servían para nada. Muchos sacaban a pasear la
opinión de William Whewell, el que fuera rector del Trinity cuando
Maxwell estudiaba allí, cuando afirmaba que la física «no debía
ser de la incumbencia de los college». Ese mismo 1873, un año
antes de que abriera sus puertas el laboratorio, el venerable col-
lege Corpus Christi denunció que las futuras instalaciones en la
otra acera de Free School Lane violaría sus derechos de «antigua
luminaria del saber», y reclamó 600 libras corno compensación.
No tuvo éxito en su denuncia, pues al poco recibió la orden de
desestimar toda posible demanda.
El dinero era fundamental y la universidad había conseguido
solamente un 30 % de la cantidad necesaria. Fue entonces cuando
entró en juego el rector William Cavendish (1808-1891), séptimo
duque de Devonshire, ganador del Srnith's Prize y del Second
Wrangler, que se ofreció a correr con los gastos pertinentes. Así
estaba la situación cuando Maxwell llegó. Stokes, profesor luca-
siano de matemáticas, le dijo que «el principal deber del nuevo ca-
tedrático será, en primer lugar, asesorarnos sobre la construcción
del laboratorio de física y museo propuestos». Resulta llamativo
que las ciencias universitarias del período victoriano fueran nota-
blemente partidarias de los museos: «el despliegue razonado de
colecciones de especímenes y maquetas era tan predominante en
ingeniería y ciencias físicas corno en botánica o anatomía», afirma
el historiador de la ciencia Simon Schaffer. De hecho, muchas de
las iniciativas de la ciencia de mediados del siglo XIX giraban en
torno a los museos.
Maxwell se puso manos a la obra. Junto con el físico y vice-
decano del Trinity, Coutts Trotter, se impuso la tarea de visitar
cuantos edificios y laboratorios fueran necesarios. En abril de
162 EL CAVENDISH