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El edificio que iba a ser el buque insignia de la física expe-
                    rimental de Cambridge se inauguró con una sonada ceremonia
                    universitaria en junio de 187 4. Iba a denominarse laboratorio De-
                    vonshire, pero a sugerencia de Maxwell se le mudó el nombre a
                    Cavendish, no solo en honor del duque, sino también por uno de
                    sus antepasados, un excelente físico experimental llamado Henry
                    Cavendish. Ese año,  el duque le entregó a James los manuscri-
                    tos no publicados que contenían los experimentos sobre electri-
                    cidad realizados por su familiar entre 1771 y 1781,  sugiriéndole
                    que podía prepararlos para su publicación. Tras leerlos, Maxwell
                    quedó impresionado por la elegancia, la originalidad y la brillantez
                    de su trabajo. No solo había diseñado los más cuidadosos experi-
                    mentos que había visto nunca, sino que era el descubridor de mu-
                    chos fenómenos que hasta entonces se habían atribuido a otros.
                    Por ejemplo, descubrió la ley de Ohm, que relaciona la intensidad
                    de corriente con el voltaje y la resistencia, medio siglo antes que
                    el alemán Georg Simon Ohm. James sintió en lo más profundo
                    que la historia de la ciencia no podía obviar este hecho y los años
                    siguientes dedicó gran parte de su tiempo a preparar la edición del
                    ímprobo trabajo de este impresionante científico experimental de
                    carácter más que peculiar. El libro fue publicado en 1879, pocas
                    semanas antes de la muerte de Maxwell.





                    ENTRE DOS MUNDOS

                    El diseño del laboratorio Cavendish revelaba las tensiones que
                    existían entonces entre el gusto por la privacidad, algo tradicional
                    entre los catedráticos, y la nueva función pública de su trabajo
                    como profesores e investigadores. Según comenta el historiador
                    de la ciencia Simon Schaffer:


                        La puerta de entrada era gótica, como debía ser, y estaba provista de
                        puertas de roble en las que estaban grabados el oportuno salmo y el
                        escudo de armas de la familia Cavendish, además de ostentar una
                        estatua del propio duque de Devonshire sosteniendo una maqueta de





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