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1871 viajó a Edimburgo y a Glasgow para discutir los planes que
tenía para Cambridge. En la primera se citó con su amigo Peter
Guthrie Tait, quien se avergonzó del «pobre apaño» que él mismo
había llevado a cabo en su universidad. Maxwell, que tenía ya sus
propias ideas, le explicó cada detalle, como que iba a ser necesa-
rio evitar las paredes alisadas y asegurarse de que había madera
suficiente para sostener los aparatos atornillados a ellas: tenía en
mente ciertos programas experimentales y el edificio debía estar
construido en consonancia. La reunión más eltjundiosa la tuvo con
Thomson, que poseía el mejor laboratorio de todo el Reino Unido.
Discutieron largo y tendido cada detalle, por ninlio que pareciera.
A finales de marzo, Maxwell trazó un boceto de sus planos en
una postal que envió a Thomson: por entonces quería tres salas
con aparatos electromagnéticos y gravimétricos de precisión, un
despacho privado para los catedráticos, una sala de preparación
en la parte posterior de un gran auditorio en el primer piso y espa-
cio para los ensayos con calor y las pruebas ópticas en las buhar-
dillas de la planta alta. Trotter le advirtió del riesgo que se corría
si la universidad contrataba un arquitecto de renombre. Maxwell
coincidió en su apreciación:
Espero que no sea una figura de Londres [ ... ] Por lo que veo, no hay
nadie que tenga la más remota idea de lo que hace falta en un labo-
ratorio de física, y la única posibilidad de llevar a cabo la construc-
ción de un edificio de veras práctico parece ser la de encontrar a
alguien que sea capaz de aceptar consejos sobre la disposición.
Alguien dijo una vez que los arquitectos no construyen edifi-
cios, sino monumentos a su nombre, y Maxwell quería evitar este
extremo. El arquitecto elegido fue alguien de la zona y que hasta
entonces el único encargo que había recibido de Cambridge era
la dirección de ciertas reformas del St. Catherine's College en
1868: William Fawcett. En noviembre de 1871, Fawcett entregó
a Maxwell un plano del edificio que seguía bastante de cerca los
bosquejos y planos del físico. Mientras, los críticos seguían en su
línea; la revista científica Nature, que se había fundado en 1869,
dudaba de que pudiera llegar a la excelencia en la investigación:
EL CAVENDISH 163