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de bisutería. Convencido del tremendo potencial de la máquina,
le prestó el dinero necesario para construirla. Para convertir su
idea en realidad, Watt tuvo que hacer uso de los recursos de la
creciente industria metalúrgica de la zona, en particular las increí-
blemente precisas máquinas de taladrar del magnate del hierro
John Wilkinson.
En 1769, Watt patentaba la primera máquina de vapor real-
mente eficaz. En lugar de venderla, Boulton convenció a su socio
inventor para que arrendara las unidades a sus clientes potencia-
les, las minas de carbón, que las querían para achicar el agua del
interior de los túneles. Únicamente pedirían como pago la tercera
parte del dinero que la empresa se ahorrase en combustible du-
rante los tres primeros años.
De este modo tan original, ambos escoceses se hicieron mi-
llonarios en poco tiempo, cantidades que se multiplicaron cuando
uno de los ayudantes de Watt, William Murdock, desarrolló una
transmisión que convertía el movimiento de arriba-abajo de la
bomba de agua en un movimiento circular: era el engranaje sol-
planeta.
Con la nueva transmisión, lo que iba a ser una bomba extrac-
tora de agua se convirtió en la revolucionaria máquina que cambió
el aspecto del planeta. Hacia 1795, Watt la había instalado en prác-
ticamente todos los procesos manufactureros de Inglaterra
La fábrica de Birmingham se erigió en la mensajera de una
nueva era, y no solo por culpa de la máquina de vapor. Dos silen-
ciosas pero profundas transformaciones nacieron allí. Una de la
mano de Watt; la otra, de la de Murdock. Watt introdujo ingenio-
sos cambios en la construcción de sus motores con el objeto de
maximizar el ritmo de producción. Los diferentes trabajos fueron
divididos en otros más específicos -con operarios dedicados ex-
clusivamente a ellos-: acababa de aparecer la cadena de montaje.
A su vez, Murdock convirtió las oscuras noches inglesas en días
luminosos. Fue el primero en hacer del alumbrado de gas una em-
presa económica y tecnológicamente viable. En 1792, introdujo el
primer uso comercial del carbón para alumbrado en Inglaterra y
hacia 1802 instaló quemadores de gas en una fábrica de Watt a las
afueras de Manchester.
34 LA TEORÍA DE LA ELASTICIDAD