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planeta». La comunidad de Cambridge no podía dejar pasar esa
                    afrenta y dos años después creaba el premio Ada.ms, de carácter
                    bia.nual.  Cmiosa.mente, ese mismo año la Royal Society enmen-
                    daba. su olvido y concedía la. medalla Copley a Ada.ms.
                        En un claro  ejemplo  de  endogamia.,  los  miembros  del  St.
                    John's College estipularon que, según la normativa. vigente en la
                    época, se trataba de un premio al que solo podían acceder anti-
                    guos alumnos de Cambridge, y que se otorgaba. a quien realizara.
                    un avance significativo en uno de los temas selecciona.dos previa.-
                    mente por un comité. En las tres primeras ocasiones que se había
                    convoca.do el premio, los problemas fueron de mecánica. celeste,






               EL DESCUBRIMIENTO DE NEPTUNO
               Tras dos años de trabajo, en 1845 John Couch Adams calculó dónde podía
               estar el planeta que provocaba las  inexplicables desviaciones de la órbita de
               Urano observadas por los astrónomos. Entonces mostró los resultados a Ja-
               mes Challis, director del observatorio de Cambridge, que al verlos le dijo que
               debería transmitírselos a sir George Biddell Airy, astrónomo real y  director
               del observatorio de Greenwich. Por desgracia,  los cálculos de Adams no le
               gustaron nada a Airy. Primero, porque Adams, hijo de campesinos, carecía de
               posición social.  Segundo, porque él era  un hombre eminentemente práctico
               y le disgustaba la  teoría pura; creía que eso de predecir matemáticamente y
               luego comprobar la predicción no era de recibo: las cosas había que hacerlas
               justo al revés. A pesar de sus reticencias, pasó las predicciones de Adams a un
               astrónomo aficionado para que buscara el  planeta. La  mala suerte perseguía
               a Adams, pues ese aficionado no pudo hacerlo porque estaba postrado en
               cama con un tobillo torcido. Mientras tanto, Neptuno se paseaba por el cielo
               casi en la misma posición calculada por Adams.
               Avistamiento desde Berlín
               El  francés Urbain Jean-Joseph Le Verrier había calculado la  posición de Nep-
               tuno sin saber nada de los resu ltados de Adams, y  el 31  de agosto de 1846
               los presentaba en una memoria a la Academia de Ciencias francesa, en la que
               situaba al  planeta a «5 grados al oeste de la estrella li  Capricorni». Pero a Le
               Verrier le  persiguió el  mismo hado que a Adams: ningún astrónomo francés
               buscó el  planeta. Dos meses antes, el 23 de junio, A iry  recibió una memoria
               previa de Le Verrier donde calculaba con menor finura la posición de Neptuno.
               Una posición que difería en solo un grado de la calculada por Adams. Airy em-








         92         LOS AN ILLOS DE SATURNO
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