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Hubo, sin embargo, momentos felices. Boltzmann realizó tres
        viajes a América, sobre el último de los cuales escribió una breve
        crónica titulada «El viaje de un catedrático alemán a Eldorado».
        Se trata de un relato distendido en el que comentaba un gran nú-
        mero de anécdotas, algunas de ellas relacionadas con la ciencia,
        aunque la mayoría ponían de manifiesto las diferencias culturales
        entre Europa y Estados Unidos. En el escrito, Boltzmann aparecía
        como una persona afable, aficionada a la comida y a la bebida
        - sobre todo a esta última- , y con una gran sensibilidad. Incluía
        numerosas referencias a la prohibición del alcohol en algunos de
        los Estados, prohibición que le llevó a experimentar situaciones
        un tanto rocambolescas que, en su opinión, retrataban la hipocre-
        sía imperante en el nuevo continente. Una hipocresía que Boltz-
        mann despreciaba y que jamás fue capaz de practicar, lo que con
        toda probabilidad constituyó uno de los motivos principales de
        sus dificultades sociales.

            «Colón se ha convertido en el prototipo de los descubridores.
                       Su "siempre, siempre hacia el Oeste" representa su
                     perseverancia, su "¡tierra, tierra!" la alegría del éxito,
                         y su entera aventura, la convicción de que la vida
                                                   no es la posesión mayor.»

                        -  LUDWIG  BOLTZMANN,  «EL VIAJE  DE  UN  CATEDRÁTICO  ALEMÁN  A  ELDORADO».

            Respecto a la comida, Boltzmann también hablaba y mucho:
        no parecía gustarle demasiado la cocina americana, como se evi~
        dencia en su descripción de un banquete en casa de los Hearst,
        una de las familias más poderosas del país. Boltzmann tendía a
        la obesidad, hecho sobre el que sus alumnos solían bromear di-
        ciendo que el espacio se curvaba al entrar él.  Se trata de un co-
        mentario que da una idea de lo familiarizados que  estaban sus
        pupilos con las geometrías no euclídeas, lo que facilitaría en gran
        medida la comprensión de la relatividad general diez años más
        tarde. De hecho, la asociación entre masa - la de Boltzmann- y
        curvatura del espacio, una década antes de que Einstein formu-
        lase su teoría, resultó casi profética.





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