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fenómenos. A veces aparecen nuevos hechos experimentales que
                         contradicen la teoria y se trata en vano de acomodarlos. Entonces
                         surge una lucha entre los partidarios de la antigua teoria y los que
                         proponen una nueva, hasta que esta última se impone.





                     SALIDA DE VIENA

                     Los continuos debates, tanto físicos como filosóficos - sobre todo
                     con Mach- acabaron por hacer mella en un Boltzmann debilitado
                     por la enfermedad y con depresiones muy frecuentes. En 1900 su
                     amigo Ostwald le ofreció una cátedra de Física Teórica en Leipzig
                     y Ludwig no dudó en aceptarla, agobiado por el ambiente vienés.
                     La huida hacia delante no dio los frutos esperados y Boltzmann
                     intentó suicidarse por primera vez poco después.
                         Antes de eso había pasado un tiempo en un hospital psiquiá-
                     trico, tratando de recuperarse de la tensión que le había provo-
                     cado la mudanza. Las razones de su deterioro anímico pueden ser
                     varias y es probable que se vieran magnificadas por la enfermedad
                     bipolar de Boltzmann. Las constantes polémicas sin duda hicieron
                     mella en él, ya que siguieron en Leipzig con Ostwald y se volvieron
                     tan violentas que Mach tuvo que intervenir para calmar el debate;
                     por otro lado, su vista era cada vez peor y tenía frecuentes dolores
                     de cabeza y ataques de asma.
                         Su estado de ánimo no era ningún secreto.  El matemático
                     Klein comentaba al respecto en una carta: «Boltzmann está en-
                     fermo, lo que significa que se encuentra en un estado mental pro-
                     fundamente deprimido». Su esposa Henriette se quejaba por carta
                     a su hija Ida, confesándole: «Papá está cada día peor».
                         La mudanza a Leipzig resultó ser la penúltima de su vida. Tam-
                     bién contribuyó a deteriorar su imagen pública, especialmente a
                     ojos del emperador Francisco José, a quien no sentó nada bien la
                     deserción a Alemania de uno de sus mejores científicos. Su vuelta
                     a Viena se daría con condiciones y significaría una presión que
                     Boltzmann ya no sería capaz de soportar.







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