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vamente improbables, la dirección del tiempo estará determinada
por la entropía creciente, procediendo de estados menos proba-
bles a más probables».
Este párrafo contiene dos ideas de especial interés: por un
lado, la del universo como un ente gigantesco en muerte témtica,
donde nuestro «universo» - solo una fracción del primero- no
sería más que una fluctuación estadística; dado el conocimiento
actual sobre la extensión del cosmos, esa afirmación suena casi vi-
sionaria, para una época en la que la cosmología estaba aún en su
infancia. Por otro lado, Boltzmann señalaba una diferencia entre
el tiempo psicológico y el tiempo real, y sugería que el primero
viene dado por el aumento de la entropía en la región, mientras
que las leyes de la física realmente no distinguen entre las direc-
ciones temporales. Esa idea reaparecería más tarde en numerosos
autores, asociada tanto a la conciencia como a otros fenómenos,
por ejemplo, la causalidad.
En conexión con su modelo de universo, Boltzmann afirmaba,
avanzándose a posibles críticas:
La objeción de que no es económico [ es decir, la objeción de que no
es lo más simple posible] y, por lo tanto, no tiene sentido imaginar
una parte tan grande del universo corno muerta para explicar por
qué una pequeña parte está viva, es inválida. Recuerdo muy bien a
una persona que se negaba absolutan1ente a creer que el Sol se en-
contraba a 20 millones de millas de la tierra, basándose en el hecho
de que era inconcebible que hubiera tanto espacio lleno de éter y tan
poco con vida.
Aparte de esta sección, algo especulativa y ciertamente esti-
mulante, Boltzmann dedicaba el resto de su aitículo a responder a
Zermelo, aunque lo hacía de manera un tanto despectiva, llegando
incluso a afirmar: «Me resulta totalmente incomprensible cómo
alguien puede ver una refutación de la aplicabilidad de la teoría
de la probabilidad en el hecho de que otro argumento muestra
que deben ocurrir excepciones de cuando en cuando a lo largo
de períodos de eones, ya que la teoría de la probabilidad enseña
precisamente eso».
BOLTZMANN, POLEMISTA 117