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Su defensa se basaba en una apología de la teoría de la pro-
babilidad, además de una clarificación sobre lo que esta es y no
es capaz de hacer. Boltzmann ponía como ejemplo los incen-
dios: si se sabe que, de 100 000 objetos de un cierto tipo, 100
son destruidos por el fuego cada año, no es posible asegurar
que eso pase al año siguiente. De hecho, es posible que en los
siguientes 10000 millones de años todos los objetos se quemen
el mismo día y que, durante siglos, ninguno resulte dañado. Pero
recalcaba, para expresar lo improbable de esa situación: «Pese
a todo, todas las compañías aseguradoras confían en la teoría de
la probabilidad».
BOL TZMANN COMO FILÓSOFO
Además de las polémicas con Zermelo, Loschmidt y los energe-
tistas, Boltzmann se vio también envuelto en varias discusiones
filosóficas. El trabajo que realizó en tal área le valió en 1903 la
cátedra de Filosofía en la Universidad de Viena, sustituyendo al
mismísimo Mach.
Sobre la relación de Boltzmann con la filosofía puede decirse
que era cuando menos ambigua: en uno de sus discursos, admi-
tía que al principio la veía con «recelo» e, incluso, «odio», aunque
apuntaba: «Por cierto, mi disgusto por la filosofía era compartido
por casi todos los científicos naturales de la época». Tenía una
aversión casi irracional a la metafísica,' con la que identificaba al
principio a toda la filosofía: a otras empresas filosóficas, en las que
no tenía reparos en participar, se refería como «método». Hoy se
las llamaría «filosofía de la ciencia».
Su poca estima por la filosofía le venía de sus primeras expe-
riencias con la materia, que le resultaron harto insatisfactorias.
En uno de sus discursos sobre el tema, explicaba: «Para explorar
las simas más profundas primero leí a Hegel; pero ¡qué torrente
confuso e irreflexivo de palabras me encontré! Mi estrella del
infortunio me llevó de Hegel a Schopenhauer». De este último,
Boltzmann llegaría a decir que se trataba de un «filosofastro ca-
118 . BOL TZMANN, POLEMISTA