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beza hueca, ignorante, esparcidor de tonterias» y que «degenera
cabezas vendiendo palabreria». Sobre Kant afirmaba: «Sí, incluso
con Kant tuve tantas dificultades para entender tal cantidad de
conceptos que, debido a su aguda inteligencia, sospechaba que se
estaba burlando del lector e incluso divirtiéndose». Parte de sus
problemas con Ostwald derivaban, precisamente, de que creía que
este último abandonaba la ciencia por la filosofía.
La posición de Boltzmann respecto a la metafísica queda per-
fectamente clara en este fragmento de sus Escritos populares:
Las importantes cuestiones, ¿de dónde venimos? ¿adónde iremos?,
han sido ya discutidas por los más grandes genios desde hace siglos,
volviendo a ellas una y otra vez de las maneras más ingeniosas po-
sibles, no sé si con algún éxito, pero en todo caso sin un progreso
esencial e innegable. Un progreso de tales características se logró
en nuestro siglo a través de estudios muy cuidadosos y por medio
de investigaciones experimentales comparativas sobre la cría de
.
palomas y otros animales domésticos [ .. ] . Ciertamente, parece que
todos estos campos de investigación son de segunda importancia,
pero a través de ellos se pudieron conseguir auténticos éxitos y fue-
ron, con toda seguridad, una base de operaciones para una incursión
en los terrenos de la metafísica, dando lugar en este ámbito a pro-
gresos únicos en la historia de la ciencia.
A pesar de su aversión a la filosofía, en especial a la metafí-
sica, las contribuciones de Boltzmann en este ámbito son dignas
de consideración. La primera de ellas y quizá la más relevante
es su visión de la ciencia como un proceso darwiniano, en dos
vertientes: por un lado, consideraba que las leyes que él llamaba
«del pensamiento» -que hoy se llamarian «lógica matemática»-
habían surgido por selección natural y que, al contrario de lo que
mucha gente del momento creía, no eran caracteristicas inmuta-
bles del universo. En esto se avanzó en más de setenta años a una
gran cantidad de lógicas alternativas que surgieron a lo largo del
siglo xx. Es decir, para Boltzmann la creencia en que si «A implica
B» y «B implica C», entonces «A implica C», era un requerimiento
evolutivo, en el sentido de que esa forma de razonar resultó ven-
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