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de la nada o perderse por el camino. Las conclusiones de Car-
not tardaron décadas en ser utilizadas para mejorar los motores,
pero sentaron las bases de la termodinámica. El ingeniero francés
descubrió que había un límite supelior al rendimiento de una má-
quina de vapor, que venía dado por el de su máquina: cualquier
máquina real rendiría por debajo de ese valor ( de este resultado
se derivaría la denominada «segunda ley de la termodinámica», a
la que Boltzmann daría su expresión moderna). Ello respondía a
la plimera pregunta de Camot: la cantidad de trabajo que puede
CARNOT, LA SEGUNDA LEY Y LA IRREVERSIBILIDAD
La segunda ley de la termodinámica su-
frió numerosas transformaciones entre
la formulación primigenia de Carnot y la
propuesta por Boltzmann, mucho más
refinada. Tal como la entendió Carnot,
la ley indicaba que todo motor tiene
pérdidas y que hay un límite teórico a
la eficiencia, límite que, de todas formas,
jamás puede alcanzarse. Esta idea dio pie
a la noción de irreversibilidad: de alguna
forma, al quemar carbón para accionar
un motor se pierde algo que no podrá
ser recuperado jamás. La noción de irre-
versibilidad está directamente relaciona-
da con la dirección en la que avanza el
tiempo: la distinción entre pasado y futu-
ro viene dada por los procesos que no se
pueden deshacer. Por ejemplo, un vaso
que se rompe no se vuelve a recomponer
a partir de sus pedazos. Boltzmann de- Nicolas Léonard Sadi Carnot.
mostró que la noción de irreversibilidad
es en realidad probabilística: es decir, no hay nada en las leyes del universo
que impida que el vaso vuelva a recomponerse a partir de sus pedazos. Sin
embargo, la probabilidad de que eso ocurra es extremadamente pequeña, ra-
zón por la cual un proceso de estas características no llega a ser observado. La
confusión entre imposibilidad e improbabilidad hizo que muchos de sus con-
temporáneos le malinterpretaran y se resistieran con virulencia a su propuesta.
EL NACIMIENTO DE LA TERMODINÁMICA 25