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ser posible calcular una solución. La ecuación que obtuvo resultó
                    de una gran potencia y aún hoy se emplea para calcular fenó-
                    menos en gases fuera del equilibrio.  Su ámbito de aplicabilidad
                    no acaba ahí, ya que puede ser usada en disciplinas tan dispares
                    como la gravitación o la electrónica. Entre las aplicaciones de su
                    época, destaca la de Helmholtz en climatografía.
                        Boltzmann no logró o no quiso resolver su ecuación. Sin em-
                    bargo, la pudo usar para demostrar una serie de resultados que
                    pondrían su nombre en los libros de historia de la ciencia. Pri-
                    mero, mostró que la distribución de Maxwell era una solución de
                    su ecuación. Eso no equivalía a dar una solución general, sino a
                    limitarse a constatar que, al insertar la distribución de Maxwell en
                    el lugar def, la ecuación se cumplía. Luego demostró que, una vez
                    que un sistema podía ser descrito por la distribución de Maxwell,
                    ya no era posible cambio alguno. En sus propias palabras: «Una
                    vez se ha llegado a esta distribución, no será afectada por colisio-
                    nes»; es decir, si un gas cualquiera llega, de un modo cualquiera, a
                    la distribución de Maxwell, los choques internos entre moléculas
                    no lograrán alterar su estado.
                        Su siguiente resultado fue,  si cabe, más importante: usando
                    su ecuación demostró que, si la distribución de un gas no tenía la
                    forma de Maxwell, se aproximaría cada vez más a ella a medida
                    que pasase el tiempo.  Dicho de otra manera:  cualquier gas,  en
                    cualquier estado, tenderá a acercarse a la distribución de Maxwell,
                    y una vez llegue a esta, se quedará ahí. Así pues, Boltzmann había
                    logrado lo que Maxwell había sido incapaz de hacer: dar una justi-
                    ficación rigurosa a su distribución y demostrar que cualquier gas
                    tenía que venir descrito por ella. Eso hacía que cualquier resultado
                    obtenido a partir de suponer que un gas se comportaba según la
                    ecuación de Maxwell quedase automáticamente validado.
                        La forma de la distribución de Maxwell usada por Boltzmann
                    era más general que la de su colega y, además, había sido deducida
                    de manera más rigurosa.  Por eso hoy en día se la conoce como
                    «distribución de Boltzmann», aunque a veces se incluye el nombre
                    de Maxwell para recalcar su papel en el descubrimiento. A pesar
                    de la gran importancia de su resultado, aún más asombroso fue el
                    método que usó para demostrarlo, que le llevó a dar la prueba defi-






        60          EL  CALOR DE  LOS ÁTOMOS
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