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LISE MEITNER
Lise Meitner fue una de las primeras mu-
jeres científicas y la segunda en obtener
un doctorado en la Universidad de Viena.
Boltzmann fue quien la animó a seguir
con su carrera, por lo que Meitner se
marchó a Berlín y logró que Max Planck
la dejase asistir excepcionalmente como
oyente a sus clases. Después se convirtió
en la asistente de Planck y, más tarde,
empezó a trabajar con el químico Otto
Hahn (1878-1968), junto al que descu-
brió numerosos isótopos. Hahn ganó el
premio Nobel de Química en 1944 por
esos descubrimientos, pero la academia
sueca ignoró a Meitner en un ejemplo
flagrante de sexismo. Quizá como com-
pensación, el elemento químico número
109 fue bautizado como meitnerio en su
honor.
centro, escribía el desarrollo de la lección del día. Además, sus
clases eran muy populares, y no solo para los físicos. El conocido
empresario metalúrgico de la época, Franz Skaupy, alumno de
Boltzmann entre 1902 y 1904, afirmaba al respecto: «La sala siem-
pre estaba llena, ya que no solo físicos sino químicos como yo
asistíamos a sus clases». También comentaba que solía aderezar
sus lecciones con anécdotas y destellos humorísticos, haciendo
un uso constante de la ironía y el sarcasmo, que a veces podía lle-
gar a ser muy contundente. Así, no tenía reparos en atacar a sus
colegas de profesión, como en el caso de Mach, cosa que tenía
algo confundido a más de un estudiante. Respecto a sí mismo,
solía corregirse sin reparos, con interjecciones como «¡ah, eso
ha sido una estupidez!».
La relación con sus discípulos era cálida. Boltzmann no du-
daba en traspasar la línea entre profesor y alumnos e invitarlos
70 PROBABILIDAD, DESORDEN Y ENTROPIA