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modo definitivo la visión de ese ojo. Su ánimo, no obstante, no
se resintió por su irremediable disminución de la visibilidad,
si se considera cierta la afirmación atribuida a Euler: «Mejor, así
no me distraeré tanto».
«Calculaba sin esfuerzo aparente, como otros hombres respiran
o como las águilas se sostienen en el aire ... »
- FRAN<;:01S JEAN DOMINIQUE ARAGO (1786-1853)
En 1 738 consiguió el Grand Prix de la Academia de París - al
que también habían aspirado Voltaire y Émilie de Breteuil, la mar-
quesa de Chatelet- con un ensayo sobre el fuego. Dos años des-
pués, en 1740, volvió a obtener el galardón -frente a Daniel
Bernoulli y Colin Maclaurin-, esta vez con una memoria sobre el
flujo y reflujo de las mareas.
LA FUNCIÓN GAMMA
Al poco de llegar a San Petersburgo, Euler emprendió el imparable
camino de descubrimientos sorprendentes que marcaría su exis-
tencia. El primero de sus grandes momentos parece haber sido
la creación de la función r (r es el símbolo de la letra mayúscula
griega gamma), una herramienta básica del análisis matemático.
Alrededor de 1 720 ya aparece la sombra de r en la corresponden-
cia con Daniel Bernoulli y Christian Goldbach, pero no es hasta
1729 que Euler la define por primera vez; la define pero no la bau-
tiza, pues no es hasta 1814 que Adrien-Marie Legendre (1752-1833)
la denomina gamma y la escribe de esta forma: I'(x).
La función gamma está presente muchas veces como compo-
nente de las distribuciones de probabilidades, y son multitud los
especialistas en física que usan dicha función; de hecho acostum-
bra a estar presente en los fenómenos que implican algún tipo de
integración de carácter exponencial, tan frecuentes en el mundo
atómico; también es moneda corriente en astrofísica y en dinámica
SERIES, CONSTANTES Y FUNCIONES: EULER EN RUSIA 39