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DOS VIDAS NO TAN PARALELAS
Albert Einstein y Ernest Rutherford encarnan dos maneras diferentes de abor-
dar la física. Einstein era el físico teórico solitario, ajeno a todo lo que le ro-
deaba excepto sus elucubraciones. Rutherford, por el contrario, era un físico
experimental que, además, desconfiaba de cualquier hipótesis que no estu-
viera respaldada por los hechos. Para Rutherford, los físicos teóricos se dedi-
caban a «jugar con símbolos», mientras que los físicos experimentales «nos
dirigimos a los sólidos hechos reales de la naturaleza». Rutherford era un
diestro jugador de rugby, mientras que Einstein prefería ensimismarse tocan-
do el violín o dar largos paseos solitarios en su barca (con el riesgo añadido
de que no sabía nadar, lo que puso en más de una ocasión su vida en peligro).
A Rutherford le gustaba trabajar en equipo e incluso muchos de sus colabo-
radores lo llamaban «el Profesor». Cualquiera de sus estudiantes sabía que
cuando irrumpía en el laboratorio entonando una canción -especialmente
Onward, Christian So/diers, el himno inglés del siglo x1x- , eso significaba que
todo estaba en orden. Y aseguraba que maldecir durante los experimentos
facilitaba que se lograra el éxito. Era temperamental y en ciertos momentos
podía llegar a perder los nervios, pero sobre todo fue un científico inspirador
y un trabajador infatigable, y hasta once de sus colaboradores, entre los que
destacan Niels Bohr, Otto Hahn o Frederick Soddy, acabaron obteniendo un
premio Nobel. Bohr, por ejemplo, rememoraba a Rutherford señalando que
«aunque siempre estaba intensamente ocupado en los progresos de su pro-
pio trabajo, tenía la paciencia de escuchar a los investigadores jóvenes cuan-
do se daba cuenta de que tenían una idea, por modesta que fuera». El propio
Einstein consideraba que Rutherford era el segundo Newton. Rutherford, en
cambio, no guardaba las mismas simpatías por el trabajo teórico que ejempli-
ficaba Einstein. Solía decir a sus colaboradores: «iOue no oiga a nadie hablan-
do sobre el universo en mi departamento!».
Albert Einstein
(sentado en la
primera fila) y
Ernest Rutherford
(orador) en una
petición de fondos
del Consejo
de Ayuda
Académico, en
el Royal Albert
Hall de Londres,
en 1933.
EL DESCUBRIMIENTO DEL NÚCLEO ATÓMICO 43