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rior, recibiera noticias de los últimos descubrimientos científicos
                     -aprovechando el excelente y efectivo sistema de publicaciones
                     científicas que ya estaba en funcionamiento-, e incluso que se le
                     diera la oportunidad de estudiar en los mejores laboratorios del
                     Reino Unido.
                         Ernest Rutherford nació en el seno de una familia humilde el
                     30 de agosto de 1871. Apenas hacía un siglo que James Cook -el
                     explorador del Pacífico- había llegado a esas tierras habitadas
                     por los maoríes, lo que hizo que pasaran a formar parte de la Co-
                     rona británica (se trataba además de uno de los últimos lugares
                     de la Tierra sin colonizar). Los primeros colonos aún tardarían en
                     llegar. En uno de los barcos que alcanzaron la costa neozelandesa
                     en la década de 1840 se encontraba Georg e Rutherford junto a un
                     niño de cinco años, James, que con el paso del tiempo acabaría
                     siendo el padre de Ernest Rutherford.
                         La madre de Ernest, Martha Thomson, era una maestra de
                     escuela nacida en Inglaterra. Le gustaba tocar el piano, un signo
                     de cultura y distinción en aquellas tierras tan lejanas y apartadas
                     de la civilización. Ernest fue el cuarto de doce hermanos. Vivían
                     a las afueras de Nelson, una ciudad portuaria de unos cinco mil
                     habitantes. Su padre se dedicaba al cultivo de maíz. A Ernest le
                     gustaba construir artefactos, reparar objetos, cazar y pescar.
                         Con quince años logró acceder con una beca al colegio N el-
                     son, donde le proporcionaron una educación básica en lengua y
                     matemáticas. También se aficionó a jugar a rugby. Gracias a pre-
                     mios y becas pudo seguir formándose posteriormente en la Uni-
                     versidad de Canterbury, en Christchurch, una institución que solo
                     contaba con siete profesores y donde logró la máxima distinción
                     en física y astronomía. Durante esa época, Ernest sufrió la pérdida
                     de dos hermanos que salieron en barca a navegar y jamás regresa-
                     ron, un hecho que cambió el carácter de su madre para siempre.
                         La familia se fue a vivir a la Isla Norte, de modo que Ernest
                     se vio obligado a hospedarse en una pensión para seguir estu-
                     diando. Allí conocería a la hija de la propietaria, Mary Newton,
                     de la que rápidamente se enamoraría y pediría en matlimonio.
                     Sin embargo, Mary era consciente de que ese paso supondría un
                     estorbo para su carrera, así que acordaron esperar a finalizar los





          44         EL DESCUBRIMIENTO DEL NÚCLEO ATÓMICO
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