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ESPIRITISMO Y RADIACTIVIDAD
Durante el siglo x1x se v iv ió un
auténtico renacimiento del espiri-
tualismo. Personas de toda condi-
ción, incluso con formación supe-
rior y universitaria -entre los que
había también un gran número de
científicos- estaban convencidos
de poder contactar con habitantes
de una realidad paralela y espíritus
fallecidos. Tales ideas se habían
visto alentadas paradójicamente
por el propio desarrollo científico
de la época, que aludía a elemen-
tos invisibles e inalcanzables para
los sentidos humanos como los
campos electromagnéticos. Con
el descubrimiento de los rayos X,
hubo oportunistas que no dejaron
escapar la ocasión de afirmar que
con estos rayos podían fotografiar
el alma. Entre el espiritismo, que
creía que era posible contactar
con una realidad oculta en la que Imagen basada en la descripción de William
habitaban los muertos, y la ciencia, Crookes con la médium Florence Cook en el
suelo, y el espíritu materializado de la fallecida
que cada vez descubría realidades
Katie King (nombre que la médium dio a esa
invisibles a los sentidos, parecía es- supuesta materializadón).
tablecerse un vinculo. Los rayos X y
la radiactividad parecían elementos que enlazaban con la otra realidad, por lo
que muchos científicos se lanzaron a explorar lo oculto. En las sesiones espiri-
tistas que se organizaron por toda Europa durante el siglo x1x era posible ver
a científicos como el químico inglés William Crookes, que realizó importantes
contribuciones al estudio de los rayos catódicos; a Camille Flamarion, uno de
los astrónomos y divulgadores científicos más importantes de la época; o a
Alfred Russel Wallace, quien propuso la selección natural simultáneamente a
Darwin. También eran fervientes defensores del espiritismo autores como el
escritor Arthur Conan Doyle. Sin embargo, es necesario constatar que otros
científicos, como Faraday, rápidamente se dieron cuenta de que los extraor-
dinarios fenómenos a los que aludían los espiritistas, como el movimiento
de objetos en una mesa, era siempre provocado intencionadamente por los
propios espiritistas o, involuntariamente, por los asistentes a este tipo de cere-
monias, por lo que perdieron rápidamente cualquier interés en estos asuntos.
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