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En 1898, los Curie denominaron como «radio-actividad» a
los rayos ionizadores de los dos materiales conocidos hasta el
momento (nombre que nacfa del hecho de que se referían a la ac-
tividad de los elementos en alusión a las señales captadas en sus
electrómetros). Ponerles nombre no era suficiente: era necesario
indagar más sobre su naturaleza y averiguar si había más elemen-
tos que emitieran radiactividad.
EL DESCUBRIMIENTO DEL RA DIO Y EL POLON IO
La pechblenda era un viejo conocido de los químicos de la época.
En el polvo que desprende este mineral, en 1789 el químico alemán
Maarten Heinrich Klaproth había logrado reconocer el uranio, un
nuevo elemento entonces, con cuyo nombre quiso homenajear el
descubrimiento de Urano realizado ocho años antes.
Los Curie se interesaron inmediatan1ente por experimentar
con pechblenda y Pierre observó que al comparar la actividad de
un gramo de uranio con la de un gramo del mismo material dis-
perso en pechblenda, este último mostraba una mayor actividad.
Ello podía significar - como así fue- que el mineral escondía una
fuente de radiación diferente nunca antes descubierta.
Tenía que tratarse de una fuente de radiación mucho mayor
que la del uranio. Una pieza pequeña de pechblenda mostraba una
gran actividad, de modo que si se trataba de un nuevo elemento
radiactivo tenía que ser fácilmente detectable. Pero, por contra,
se dieron cuenta de que se encontraba en muy poca concentra-
ción, por lo que necesitaban una gran cantidad de pechblenda
para hallarlo. Tras realizar sucesivas separaciones químicas de
los materiales, pudieron confirmar su sospecha, y en 1898 hacerla
pública:
Creemos, pues, que la sustancia que hemos retirado de la pechblen-
da contiene un metal no conocido hasta ahora, cercano al bismuto
por sus propiedades analíticas. Si la existencia de este nuevo metal
se confim1a, proponemos que se denomine polonio, por el nombre
del país de origen de uno de nosotros.
ALFA. BETA Y GAMMA 61