Page 63 - 24 Rutherford
P. 63

McGill (Montreal, Canadá) pidió a Thomson que le recomendara a
       un científico para ocupar la cátedra Macdonald de Física ( en honor
       a William Macdonald, rico empresario y comerciante de tabaco que
       regaló a la universidad el edificio de física más grande del mundo
       y apoyó financieramente la cátedra que llevaba su nombre). Thom-
       son no tuvo dudas en recomendar encarecidamente a Rutherlord, a
       pesar de su juventud. Iba a ser el responsable de un laboratorio que
       dispondría de considerables recursos, y además el puesto estaba
       dotado de una remuneración económica importante. Alejarse del
       centro de la actividad científica mundial, después de haberse en-
       contrado en él aunque fuera como secundario, era decepcionante,
       pero la posibilidad de poner fin a las estrecheces económicas re-
       sultó decisiva para que aceptara el puesto. Esto suponía además
       que por fin la pospuesta boda con Mary Newton -que seguía es-
       perándole en Nueva Zelanda- podría llevarse a cabo. Así explicó a
       su prometida su decisión final de ir a Canadá: «Regocfjate conmigo,
       amada niña mía, porque el matrimonio se cierne en la distancia».


               «De estos experimentos hay que concluir que la sustancia
                    fosforescente en cuestión emite rayos que atraviesan
                                                            el papel opaco.»

                                                              -  HENRI  BECQUEREL.

           A miles de kilómetros de Cavendish, y con solo veintisiete
       años, Rutherlord fue  capaz de convertir Montreal en una de las
       capitales de la ciencia de la época, donde se sucederían algunos
       de los experimentos más fundamentales en tomo a la radiactivi-
       dad.  Sus investigaciones en Canadá fueron las que finalmente le
       abrieron las puertas para recibir el Nobel. Nada más llegar, prosi-
       guió con sus trabajos con los rayos X y los «rayos de Becquerel».
       Quería averiguar si se trataba de dos tipos de rayos emparentados
       y con características comunes. Rutherlord intentó polarizar y re-
       fractar los rayos de Becquerel para estudiar si tenían las mismas
       propiedades de la radiación que manifestaban los rayos X. Aunque
       eso no lo logró, sí pudo observar que el uranio era capaz de ionizar
       los gases.





                                                    ALFA, BETA Y GAMMA      63
   58   59   60   61   62   63   64   65   66   67   68