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Consciente de lo insostenible de una institución de esas ca-
                    racterísticas, el banquero suizo Jacques Necker, siendo ministro
                    de Hacienda, realizó en la Ferme reformas extraordinariamente
                    acertadas. Los cambios iban encaminados a transformar la insti-
                    tución para acercarla a lo que hoy en día son las haciendas de un
                    país democrático. Por ejemplo, los beneficios de la recaudación
                    dejaron de ser propiedad exclusiva de losfermiers, para pasar a
                    ser compartidos por el Estado al 50%.  Pero ya era tarde, pues se
                    trataba del turbulento período que sucedió a la toma de la Bastilla
                    y la suerte de la Ferme y losfermiers estaba echada.
                        Lavoisier fue honrado mientras trabajó en la Ferme, pero ello
                    no impidió que recogiera los odios cosechados por sus anteceso-
                    res en el cargo. Y junto con otros 27 fermiers pagó con intereses
                    esos odios el día 8 de mayo de 1794 en la Plaza de la Revolución.




                    COMISIÓN DE LA PÓLVORA

                    Tras su ascenso al trono, Luis XVI nombró ministro de Finanzas al
                    fisiócrata Jacques Turgot con el objetivo de que llenara las arcas
                    estatales. Turgot pretendía hacer amplias reformas no solo en su
                    campo, sino también en la sociedad francesa en general, elimi-
                    nando parte de los privilegios del Primer y Segundo Estado. Una
                    de sus primeras decisiones fue crear la Comisión de la Pólvora en
                    1775. Por recomendación de su secretario Du Pont de Nemours,
                    se nombró a Lavoisier miembro de la misma
                        Turgot comenzó su ministerio con un ímpetu reformista ex-
                    cesivo, especialmente desde el punto de vista de los parásitos de
                    la corte, cuyos sueldos en conjunto eran comparables al resto de
                    los gastos del Estado. Por ello, para mejorar las finanzas estatales,
                    de entrada Turgot intentó reducir el número de cortesanos drásti-
                    camente; también pretendía controlar las extravagancias de María
                    Antonieta, que eran una auténtica sangría para las arcas públicas.
                    Turgot no calculó bien sus fuerzas, o bien no tuvo en cuenta la de-
                    bilidad del rey, de modo que cuando la presión de la corte aumentó
                    el monarca cesó a Turgot; apenas había estado un año en el cargo.





         118        EL ESTADISTA
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