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jeto que un matemático defina, por el mero hecho de ser definido,
       existe, con la única condición de que esa definición no conduzca
       a contradicciones lógicas.  Pero, ¿es cierto que las propiedades
       de los ordinales no conducen a contradicciones? Volvamos al se-
       gundo principio de generación: dada cualquier sucesión de ordina-
       les, siempre hay otro nuevo ordinal que es mayor que todos ellos.
       A la luz de este principio, si consideramos la sucesión formada
       por todos los ordinales, tiene que haber un nuevo ordinal mayor
       que todos ellos; pero, ¿cómo puede haber un nuevo ordinal si la
       sucesión ya contenía a todos los ordinales? Esto es una contradic-
       ción lógica, una paradoja que Cantor descubrió en 1882.
           Para solucionar la contradicción, en el artículo de 1883 Can-
       tor introdujo un tercer principio de generación de ordinales, que
       dice básicamente que el segundo principio no se puede aplicar a la
       sucesión completa de todos los ordinales. En definitiva, un parche
       que solucionaba el problema de la paradoja.
          La existencia de contradicciones lógicas en una teoría mate-
       mática es siempre una mala noticia, porque indica que esta tiene
       un fallo en sus cimientos; y aunque la paradoja pueda ser solucio-
       nada, como hizo Cantor al agregar su tercer principio, su aparición
       constituye una llamada de alerta. Pero Cantor no se preocupó por
       la paradoja; más bien, podríamos decir que la recibió con alivio
       y alegría.
          En el primer capítulo vimos que san Agustín, y como él mu-
       chos otros teólogos,  entendían que  el  infinito  era un  atributo
       exclusivamente divino y que pretender que la mente humana es
       capaz de abarcarlo constituía una herejía. Esta idea pesaba mucho
      en el ánimo de Cantor, que siempre había sido una persona muy
      religiosa; pero la paradoja, según él entendía, lo liberaba final-
      mente de esa carga, de esa implícita acusación de hereje.
          Cantor concibió la idea de que el infinito estaba dividido en
       dos niveles, el nivel inferior correspondía a lo transfinito y abar-
      caba el cortjunto de los naturales, el de los reales, los ordinales de
      las clases I,  II,  III, ... y en general todos los conceptos de los que
      hablaba su teoría, pero no el cortjunto de todos los ordinales. Este
      cortjunto caía en el nivel absoluto del infinito,  el nivel superior
      reservado a la divinidad.






                                                 LOS ORDINALES INFINITOS   115
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