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decir que su pasión, las matemáticas. En esa época, la Universidad
                    de Berlín era uno de los centros de investigación matemática más
                    importantes del mundo. Por ejemplo, enseñaban allí los renom-
                    brados matemáticos Karl Weierstrass y Emst Kummer, que fueron
                    ambos profesores de Cantor. También lo fue Leopold Kronecker,
                    quien volverá más adelante a estas páginas, dado que llegaría a
                    transfom1arse con el tiempo en uno de los enemigos más impla-
                    cables de la te01ia del infinito.
                        Cantor se doctoró en Berlín en 1867 y dos años más tarde
                    obtuvo una plaza de profesor en la Universidad de Halle. Hablare-
                    mos en el próximo capítulo de sus prinleros tiempos en esta ciu-
                    dad, pero podemos adelantar que fue allí, en Halle, donde Cantor
                    desarrolló su teoría del infinito matemático, es decir, donde hizo
                    los descubrintientos que le llevaron a ocupar el lugar destacado
                    que tiene en la historia de las matemáticas.
                        Pero estas ideas no se impusieron fácilmente, sino que halla-
                    ron mucha resistencia. Como muestra de esa resistencia ya hemos
                    mencionado a Kronecker, quien haría todo lo posible para que las
                    ideas de Cantor no se difundieran. Otro ejemplo que podemos aña-
                    dir data de 187 4,  cuando Cantor quiso publicar sus prinleros des-
                    cubrinuentos acerca del infinito. Al ver el borrador de su artículo,
                    Weierstrass le aconsejó que no hiciera mención a las consecuen-
                    cias más radicales de los teoremas expuestos en él;  de hecho, le
                    aconsejó que no incluyera ninguna referencia explícita al infinito.
                        ¿Por qué se produjeron estas reacciones tan adversas? ¿Qué
                    consecuencias implicaba el artículo de 187 4 y por qué esas conse-
                    cuencias eran tan revolucionarias? Para responder estas pregun-
                    tas, tenemos que conocer prinlero la historia del infinito.





                    EN  POTENCIA O  EN ACTO

                    ¿Qué es el infinito? Con mayor precisión, ¿qué queremos decir
                    cuando afirmamos que una colección de objetos es infinita? Antes
                    que nada, aclaremos que usaremos aquí la palabra «objeto» en su
                    sentido más amplio, incluyendo objetos abstractos o imaginarios.






         20         EL COMIENZO DEL INFINITO
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