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también fueron decisivas para conformar esta convicción. Que el
         vacío en realidad no estaba vacío. Que las cosas estaban unidas,
         unas con otras, por una invisible telaraña.
             A lo largo de 1830 y, con más tesón en 1831, Faraday trabajó
         afanosamente a fin de probar sus suposiciones. Tal era su obse-
         sión que incluso empezó a distinguir cada vez más indicios de la
         matriz invisible que andaba buscando, como si todas las cosas se
         hubieran confabulado para ponerle en la senda correcta. Fara-
         day profesaba una fe tan inquebrantable hacia su concepción del
         vacío que no podía evitar escudriñar continuamente cada detalle
         del mundo, en busca de las huellas del Creador.
             Probablemente  había  otra  motivación  que  espoleaba  el
         ánimo descubridor de Faraday, a pesar de su manifiesta renuen-
         cia a los títulos y los honores: ya era de dominio público que
         algunos consideraban a  Faraday un pensador de segunda fila,
         pues no contaba con estudios académicos, era lego en matemá-
         ticas y,  ya con treinta y nueve años, aún no había logrado nin-
         gún descubrimiento realmente significativo, a pesar de la tutela
         de Humphry Davy.  Por esa razón,  Faraday todavía se abismó
         más en su investigación, abandonando su faceta de docente y
         llegando cada vez más temprano a su frío laboratorio del sótano
         de la Royal Institution. Hasta sus dos sobrinas, que en ocasiones
         venían a visitarlo, ya estaban avisadas sobre que debían estar
         en silencio y dedicarse a jugar con sus muñecas mientras su tío
         trabajaba.



         EL PRIMER TRANSFORMADOR

         En agosto de 1831, Faraday tuvo la feliz ocurrencia de construir
         dos bobinas en lados opuestos de un anillo de hierro, que cons-
         tituyó una versión rudimentaria del primer transformador. El in-
         genio se asemejaba a dos medias rosquillas de hierro, en las que
         Faraday había enrollado a su alrededor un largo trazo de alambre.
         Y enfrentó an1bas rosquillas. Era el 29 de agosto de 1831 cuando
         Faraday hizo pasar una corriente eléctrica a través del alambre de
         la primera rosquilla.





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