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En 1825, Faraday fue ascendido a director de la Royal Insti-
                    tution. Pero aquellos ascensos no iban en consonancia con sus
                    descubrimientos en el campo del electromagnetismo. No por falta
                    de talento, sino de tiempo:  Davy decidió sobrecargar de trabajo
                    a Faraday acaso para entorpecer sus deslumbrantes habilidades.
                    Por ejemplo,  dispuso que Faraday iniciara una investigación a
                    propósito del perfeccionamiento de la calidad del vidrio para te-
                    lescopios y otros instrumentos ópticos. Y junto al astrónomo in-
                    glés John Herschel (1792-1871), de Cambridge, y el fabricante de
                    instrumentos ópticos George Dolland (1774-1852), Faraday super-
                    visó la manufactura de las muestras de vidrio que debían pulirse
                    en forma de lente.


        «El libro de la naturaleza está escrito por el dedo de Dios.»

        -  MICHAEL  FARADAY.

                        Debido a que apenas conseguía avanzar en ese campo, Fara-
                    day sugirió a la Royal Society y la Royal Institution que construye-
                    ran un horno en las instalaciones de la Royal Institution para que
                    él mismo pudiera hacer muestras de vidrio.  Fueron dos años de
                    intenso trabajo que mantuvo a Faraday apartado de quehaceres
                    más perentorios, pero Faraday asumía aquellos trabajos meno-
                    res sin queja alguna. Además, aquellas tareas le permitieron tam-
                    bién profundizar en asuntos que de otra forma le habrían pasado
                   por alto. Por ejemplo, de aquel trabajo con el vidrio obtuvo unas
                    muestras que más tarde, en 1845,  le servirían para descubrir el
                    efecto magneto-óptico.
                       Y entonces, de manera inesperada, Faraday quedó liberado de
                    los celos de Davy:  su maestro y protector fallecía el 29 de mayo
                    de 1829, lo que al fin le permitió regresar en exclusiva y sin más
                    distracciones a sus investigaciones acerca del electromagnetismo.
                       En solo doce años, y a pesar de haber accedido como senci-
                   llo ayudante de laboratorio, Faraday había alcanzado metas más
                   deslumbrantes que  cualquier otro científico en la Royal  Insti-
                   tution. Pero Faraday permanecía refractario a aquellos logros y
                   siguió trabajando, más si cabe, en encontrar solución a las pre-





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