Page 146 - 07 Schrödinger
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mara el sol o cayeran chuzos de punta. Su hogar volvió a conver-
tirse en un bullicioso centro de actividad social.
Schrodinger disfrutaba con las conferencias abiertas al público
que se programaban en el Trinity College. En febrero de 1943 impro-
visó una serie de tres donde ofreció una visión original, amparada en
las leyes de la física, sobre los principios materiales que sustentan la
vida Su interés desbordó las expectativas y hubo de repetirlas, un
éxito que se reprodttjo cuando un año después se dieron a conocer
en forma de libro, reunidas bajo el título ¿ Qué es la vida? En ellas,
se permitió una serie de especulaciones de largo alcance. No siendo
un experto en la materia, erró el tiro con algunas, pero en otras pa-
recía sostener una bola de cristal en las manos. Por aquel entonces
ya se había planteado la posibilidad de que los genes fueran grandes
moléculas. En tomo a esta idea, Schródinger coajeturó que la molé-
cula transmisora de la herencia debía presentar una estructura con
una cierta regularidad, pero que al tiempo no se repitiera idéntica-
mente. La definió como un «cristal aperiódico». Las variaciones com-
pondrian una suerte de alfabeto, un código con el que se registraria
la información genética No resulta aventurado aceptar el término
«cristal aperiódico» como una descripción razonable de una doble
hélice. La configuración de la molécula no solo contenía un mensaje
con instrucciones, también contribuía a su ejecución: «Son al mismo
tiempo los planos del arquitecto y la mano de obra del constructor».
Entre los principales artífices del descubrimiento de la estruc-
tura del ADN, Rosalind Franklin, Maurice Wilkins, James Watson
y Francis Crick, la mitad eran físicos que atendieron la llamada de
la biología después de leer a Schródinger. James Watson no era
físico, pero pensaba dedicarse a la ornitología hasta que cayó en
sus manos un ejemplar de ¿Qué es la vida?: «Me atrajo la noción
de que la vida se podía perpetuar gracias a un manual de instruc-
ciones, inscrito en un código secreto».
En Dublín, Schródinger se embarcó en su última gran em-
presa científica: la unificación de la gravitación y el electromagne-
tismo, en la que invirtió ocho años, de 1943 a 1951. El punto de
partida era la teoría de la relatividad general de Einstein y la estra-
tegia consistía en intentar geometrizar los dominios de la electri-
cidad y el magnetismo. No se trataba de un reto imposible desde
146 EL GATO ENCERRADO