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trónicas y los orbitales). Ha llegado el momento de dar el último
         paso y retirar todos los puntos de apoyo. Al  «ver» los electrones
         ocupando los orbitales s, p o d estamos presuponiendo que sabe-
         mos de antemano cuál es el estado energético del átomo. Se trata
         de una construcción mental, porque en el laboratorio, antes de
         realizar una medida, el experimentador desconoce si el electrón
         está excitado o en su estado fundamental.
             Consideremos un átomo de hidrógeno donde mora un elec-
         trón solitario, con todos los orbitales a su disposición, como un
         cliente en un hotel de infinitos cuartos vacíos.  Una función de
         onda 'ljJ nos señalaría la probabilidad de localizarlo en un punto
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         cualquiera del espacio dentro del estado fundamental, de mínima
         energía E ; una función  de onda 'ljJ ,  la de encontrarlo en el si-
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         guiente estado de energía E ,  y así sucesivamente. Sin embargo,
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         antes de registrar la luz que emite, por ejemplo, y determinar una
         transición entre niveles, ¿cómo sabemos a qué cuarto energético
         ha ido a parar? La probabilidad de que se encuentre en un punto
         cualquiera sea cual sea su energía, viene dada por una función
         de onda más compleja, que se compone sumando las funciones de
         cada estado individual. Desde un punto de vista técnico, la suma
         de dos soluciones cualesquiera, 'ljJª y 'ljJb,  da lugar a otra función,
         que también es solución de la ecuación de Schréidinger. Por tanto,
         en el caso del átomo de hidrógeno podemos ir incorporando todos
         los estados:





             Esta 'ljJ,  que hemos compuesto enhebrando una tras otra las
         soluciones para cada nivel particular, es una solución de la ecua-
         ción de Schréidinger que contempla todos los estados energéti-
         cos. Esta suma, ¿a qué corresponde físicamente? La respuesta es
         que el electrón, antes de la medida, se halla en lo que se conoce
         como una superposición de estados. Cuando se enfrenta a diver-
         sas posibilidades, 'ljJ prefiere siempre la conjunción copulativa «y»
         a la disyuntiva «o». De modo que el electrón está al mismo tiempo
         en todos los estados y en ninguno.  Existe en una combinación
         simultánea de todos ellos, que adquiere entidad propia. Schréi-






                                                      EL GATO ENCERRADO      149
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