Page 147 - 07 Schrödinger
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un punto de vista matemático, pero sobre el papel surgían infini-
dad de teorías que, o bien no describían la naturaleza, o bien pre-
decían fenómenos que no se observaban. Einstein se hallaba
enfrascado en la misma búsqueda desde la década de 1920 y com-
partió con Schrodinger sus avances, a través de una copiosa co-
rrespondencia. En gran medida, ambos dieron la espalda a dos
décadas de avances en física nuclear, que desembocarían en el
descubrimiento de nuevas interacciones fundamentales, fuerte y
débil, que ninguno contempló en sus ecuaciones.
«A mi edad ya había abandonado toda esperanza de volver a
hacer una gran contribución a la ciencia.»
- PALABRAS DE 8CHRODINGER ANTE LA EXPECTATIVA DE HABER LOGRADO
UNIFICAR LA GRAVITACIÓN Y EL ELECTROMAGNETISMO.
La cautela debía ser proporcional a la magnitud del empeño,
pero Schrodinger, que entonces ya rayaba en los sesenta, pecó
de un exceso de confianza. Ofuscado por un desmesurado brote de
entusiasmo, convocó a la prensa y anunció la creación de una
teoría total, donde la relatividad einsteniana quedaba reducida
«simplemente a un caso particular». Era consciente del envite: «Si
estoy equivocado habré hecho el ridículo completamente». Ein-
stein quedó estupefacto al enterarse de la noticia. Cuando el res-
ponsable de la sección científica del New York Times le pidió su
opinión, su respuesta fue un jarro de agua fría para Schrodinger.
Una frialdad que se extendió a sus relaciones. La complicidad
científica que compartían se evaporó y, finalmente, también sus
esperanzas. Por desgracia, ninguno de los dos alcanzó su objetivo.
Tampoco los físicos que recogieron el testigo, contagiados por la
misma ambición de reunir en una sola teoría las interacciones
conocidas. Después de este embarazoso rifirrafe, Schrodinger de-
cidió satisfacer su viejo anhelo de dedicar más tiempo a dos de
sus amores más tempranos: la filosofía y la poesía.
Material para sus versos no le faltaba, ya que a pesar de la
edad, su adicción sentimental no remitía. Como siempre, la llama
prendía con fuerza para luego abatirse. Alquiló un piso en el cen-
EL GATO ENCERRADO 147