Page 155 - 07 Schrödinger
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cuando no se haya desintegrado ningún átomo. La primera desinte-
gración atómica lo envenenaría. La función -ip del sistema en su
conjunto lo expresaría incorporando en ella al gato vivo y al gato
muerto (perdonen la expresión) mezclados o dispersos a partes
iguales.
La función de onda del ingrediente cuántico de la experien-
cia, el núcleo del átomo radiactivo que puede, o no, desintegrarse,
atrapa al gato en su abstracción. Antes de medir, de abrir la cá-
mara y verificar qué ha ocurrido, ambos se combinan en una su-
perposición de estados (véase la figura). El animal muere y vive al
mismo tiempo. Einstein coincidía con el diagnóstico de Schro-
dinger: «Una función 'ljJ que contiene al gato vivo además del gato
muerto sencillamente no puede tomarse como una descripción de
un estado de cosas real».
Schrodinger ideó su experimento para poner en evidencia las
lagunas de la versión ortodoxa de la mecánica cuántica. Apuntaba
a la yugular, pero su paradoja se resuelve justo en la dirección
opuesta a la que él había previsto. No se puede separar lo micros-
cópico de lo macroscópico, como si fueran compartimentos es-
tancos; cierto, pero eso no desmiente la superposición cuántica:
simplemente la introduce en nuestro mundo cotidiano.
En los laboratorios se han hecho realidad decenas de encar-
naciones del gato de Schrodinger. Se ha conseguido situar una
serie de estructuras, cada vez más complejas, en una superpo-
Gato atrapado
,._ cuántica. Después
en la indecisión
de cerrarse la
cámara de acero,
J ' la función 111
evoluciona para
abarcar todas
'1 111'~' lll'J\_____A' las posibilidades.
'
'
No se decanta por
'
'
ninguna de las dos
:
:
:
:
'
' ' ' ' ' ' ' alternativas: el
gato vivo y el gato
t, t3 muerto conviven
en un mundo de
probabilidades.
EL GATO ENCERRADO 155