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LAS VARIEDADES DE LA LUZ
Al representar la luz como una onda, se recurre a dos rasgos para caracteri-
zarla: la amplitud (o altura de la onda) y su longitud o frecuencia (su grado
de estiramiento o compresión). Para verlo con más claridad, imaginemos un
corcho que flota sobre la superficie de un mar cuyas olas viajan siempre con
la misma velocidad. El corcho no se desplaza en sentido horizontal: se limita
a subir y bajar siguiendo el ritmo que le impone el paso de la onda. Su punto
más alto corresponde a las crestas del agua y el más bajo, a sus valles. La
extensión de este recorrido vertical determina la amplitud.
l
El grado de agitación del corcho se puede considerar como una medida in-
tuitiva de la energía que transportan las ondas. Depende de la frecuencia (v)
o de la longitud de onda O.). Ambas magnitudes reflejan la misma información
y una es la inversa de la otra: una longitud de onda larga corresponde a una
frecuencia corta, y viceversa. En el caso de la luz, que se desplaza en el vacío
con velocidad constante c: C=A·v. Para que c se mantenga constante, el in-
cremento de cualquiera de las dos variables impone la disminución de la otra.
En la figura siguiente se muestra A como la distancia entre dos cumbres se-
guidas de la ola. Valdría también la distancia entre otros dos puntos consecu-
tivos cualesquiera situados a la misma altura y con la misma pendiente.
concentra en tomo a una longitud de onda ( corno la media en los
pesos) que se va desplazando a medida que varía la temperatura (la
calidad y la cantidad de la alimentación en la población).
Nuestros ojos pueden asistir a este desplazamiento de fre-
cuencias solo cuando sobreviene dentro de la franja entre los
400 y los 700 nrn. En una fragua, el acero adquiere un color rojo
pálido cerca de los 500 ºC, que gana en intensidad a medida que
se aproxima a los 600. A medio camino entre los 700 y los 800 ºC,
se tiñe de un tono cereza, que se vuelve salmón cuando rebasa
30 LUZ Y MATERIA