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y le hablaba también de su cálculo, aunque se lo presentó mediante
un criptograma, basado en palabras latinas, que decía lo siguiente:
La base de estas operaciones es suficientemente obvia, pero debido
a que no puedo seguir ahora con la explicación, he preferido dejarla
oculta: 6accd et 13eff. 71319n4o4orr4s8tl 12vx.
Ese galimatías significaba, traducido de la frase latina:
«Siendo dada una ecuación cualquiera que incluye un cierto
número de cantidades fluyentes, encontrar las fluxiones y vice-
versa». Esto se completaba con otro anagrama más extenso, que
incluso después de descifrado, daba poca información a quien no
tuviese ya conocimientos del tema.
«Los segundos inventores no cuentan para nada.»
- ISAAC NEWTON, EN REFERENCIA A LEIBNIZ TRAS LA POLÉMICA
DE LA PATERNIDAD DEL CÁLCULO INFINITESIMAL.
Desde su primer artículo de 1684, Leibniz tuvo problemas de
aut01ia, y aunque insistió en que su método era distinto y que lo
había encontrado antes de consultar ningún escrito de Newton,
cosa que demostraban las cartas escritas a Oldenburg, no sirvió
de nada. El asunto se enconó cuando Nicolas Fatio de Duillier,
discípulo de Newton, llegó a acusar a Leibniz de plagio.
Las acusaciones comenzaron a ir y venir entre el continente y
la isla, y los matemáticos a tomar partido por unos y otros. Hasta
tal punto llegó la polémica que Leibniz solicitó una comisión de la
Royal Society para dilucidar quién tenía razón en esa discusión. La
comisión, creada casualmente por Newton, que en ese momento
era presidente de la sociedad científica, llegó a la conclusión de
que la prioridad era del inglés.
Debido a esta disputa los científicos ingleses y el resto de los
europeos rompieron relaciones y dejaron de intercambiar infor-
mación. Los científicos del continente siguieron a Leibniz y los
ingleses a Newton, pero como el cálculo del inglés era mucho más
geométrico que el del alemán, esto significó una rémora para la
matemática inglesa, que quedó retrasada respecto al continente.
Y EL CÁLCULO SE HIZO 105