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que hoy llamaríamos ciencia. Oldenburg convocó una sesión de
la Royal Society para que Leibniz pudiera presentar su máquina
aritmética. Durante su estancia en Londres, Leibniz pudo asistir a
varias de las reuniones de la Royal Society, aunque casualmente
no estuvo en una en la que Hooke lanzó serios comentarios nega-
tivos sobre la máquina, que como ya hemos comentado, no fun-
cionaba correctamente.
Robert Hooke fue uno de los científicos experimentales más
importantes de la historia. Abarcó multitud de campos científicos
y fue nombrado, entre otros cargos, director de experimentación
de la Royal Society en 1662, con el cometido de presentar sema-
nalmente resultados científicos de lo más variopinto, y en 1677,
secretario de la misma institución. Con una gran inventiva, pero
poca capacidad para desarrollar los temas de una forma rigurosa,
Hooke afirmaba haber tenido las ideas sobre los grandes descu-
brimientos de la época, pero sin llegar a rematarlos, antes que
quienes los desarrollaron y los hicieron públicos. Esto hizo que
constantemente estuviera envuelto en polémicas sobre el descu-
brimiento de muchos resultados. Fue especialmente llamativo el
enfrentamiento con Isaac Newton por la paternidad de la ley de
gravitación universal. Hasta tal punto llegó el odio entre ellos, que
tras su muerte Newton hizo destruir todos los retratos existentes
de Hooke, por lo que hoy no se tienen imágenes seguras de él.
De todos modos, la satisfacción de Leibniz por su participa-
ción en las reuniones de la sociedad fue tal que solicitó su admi-
sión antes de abandonar Londres, siendo aceptado como miembro
a mediados de abril.
En una reunión con Samuel Morland, se hicieron demostra-
ciones de sus respectivas máquinas de calcular. También visitó a
Robert Boyle, quien le presentó al matemático John Pell (1611-
1685), con quien discutió sobre los métodos para hallar sumas
de términos y acerca del método de diferencias inventado por
Leibniz para el cálculo de series.
Antes de abandonar Inglaterra le llegó la noticia de la muerte
del elector de Maguncia, por lo que la misión diplomática que
tenía entre manos quedó en suspenso. Eso le pemütió no tener
que viajar a los Países Bajos y poder volver a París.
64 Y EL CÁLCULO SE HIZO