Page 47 - 04 Max Planck
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Imaginémonos paseando por un parque una templada tarde de fi-
       nales de invierno. Tenemos un poco de fresco y decidimos sentar-
       nos en un banco a tomar el sol. El sol nos calienta y poco a poco
       vamos alcanzando una agradable sensación de bienestar. Al cabo
       de un rato esa sensación de bienestar permanece; hemos alcan-
       zado un cierto estado de equilibrio en el que ya no nos seguimos
       calentando ni tampoco sentimos frío. En ese momento,  toda la
       energía radiante que nos llega del Sol es radiada de nuevo por no-
       sotros, de forma que ni absorbemos ni desprendemos energía neta.
          Imaginemos ahora una cavidad cuyas paredes están a una
       temperatura fija,  en equilibrio térmico. El interior de la cavidad
       estará lleno de radiación electromagnética y sobre cada porción
       de la superficie interna de la cavidad incide una cierta cantidad de
       energía radiante por unidad de tiempo. Llamemos Ka la cantidad
       de energía que incide sobre la superficie por segundo y por metro
       cuadrado de superficie. De ella, la superficie absorberá una frac-
       ción, llamémosla a ( en términos técnicos, a se conoce como coe-
      ficiente de absorción). Para que la pared mantenga su temperatura
       debe emitir energía al mismo ritmo que la absorbe. Llamando E a
       la energía emitida por segundo y por metro cuadrado de superficie
      se tiene la siguiente igualdad:

                                 aK=E,






                                       EL NACIMIENTO DEL CUANTO  DE  ENERGÍA   47
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