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LISE  MEITNER Y LA FISIÓN DEL URANIO

               Cuando Lise  Meitner huyó de Alemania,
               estaba realizando, junto con Otto Hahn y
               Fritz Strassmann, experimentos con ura-
               nio, concretamente bombardeándolo con
               neutrones. Trataban de reproducir los ex-
               perimentos que había hecho Enrico Fermi
               y que, según este, conducían a la creación
               de nuevos elementos transuránidos. Una
               vez a salvo en Estocolmo, Meitner recibió
               una carta de Hahn, fechada  el  19  de di-
               ciembre de 1938, en  la  que le  hacía  partí-
               cipe de los últimos resultados:  entre los
               restos del uranio irradiado habían encon-
               trado una sustancia que inicialmente to-
               maron por radio,  pero que, sin  duda, era
               bario radiactivo. El peso atómico del ura-
               nio es 238 y el del bario 137. La conclusión
                                                  Use Meitner y Otto Hahn trabajando
               de que, efectivamente, se  producía una
                                                  en su  laboratorio.
               escisión  del  uranio era  inevitable.  Lise
               Meitner fue a visitar a su sobrino, el  tam-
               bién físico Otto Frisch, que se encontraba de vacaciones navideñas en Suecia.
               Le enseñó la carta de Hahn y se fueron a dar un paseo por la  nieve.
               La chispa de la  bomba atómica
               Este paseo es  un episodio mítico de la  física  del siglo xx. Se  pararon junto a
               un tronco,  Meitner sacó un lápiz y  unos trozos de papel, y se  puso a hacer
               cálculos. Los cálculos mostraron que la fisión no solo era posible sino que, de
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               acuerdo con  la  fórmula de Einstein E=mc ,  en ella  se  liberaba una  ingente
               cantidad de energía. Unos días más tarde Frisch se reunió con Niels Bohr y le
               contó los resultados del cálculo que él  y su  tía  habían realizado.  Bohr com-
               prendió inmediatamente la trascendencia del descubrimiento. Ese mismo mes
               de enero Bohr se embarcó hacia Estados Unidos y llevó consigo la  noticia de
               la  fisión  nuclear. A  partir de ahí se  inició la  carrera por controlar la  energía
               nuclear. Años más tarde, acabada la guerra, Lise Meitner viajó a Estados Uni-
               dos invitada por diversas universidades y centros de investigación. La  prensa
               sensacionalista se inventó la  historia de que había huido de Alemania con el
               secreto de cómo se  fabricaba  la  bomba atómica y  que había  pasado esta
               información a los Aliados. Incluso en  Hollywood le ofrecieron hacer una pelí-
               cula sobre el supuesto episodio, oferta que Meitner declinó muy gráficamen-
               te: antes de dar su  consentimiento a que se  hiciera  la  película,  respondió,
               preferiría pasear desnuda por Broadway.








          78         EL NACIMIENTO DEL CUA NTO DE ENERGÍA
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