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Al final de la guerra, cuando el reinado del soberano Gui-
llermo II se descomponía, una carta escrita a Einstein en octubre
de 1918 expresa mejor que nada el espíritu, el carácter y la forma
de pensar de Planck:
Y aquí hay algo más que veo claramente, y por lo que estaría dispues-
to a trabajar lo mejor que sé: que sería un gran golpe de fortuna para
nosotros, incluso la salvación, si el portador de la corona renunciara
voluntaiiamente a sus derechos. Pero es imposible para mí ir más
allá de la palabra «voluntario» en este asunto; porque primero he de
ser fiel a mi juramento, y segundo, siento algo que usted no enten-
derá para nada [ ... ] , a saber, piedad y una pertenencia inquebranta-
ble al estado al que pertenezco y que está encamado en la persona
del monarca.
Guillermo II abdicó el 9 de noviembre de 1918. Tras la procla-
mación de la República de Weimar, Planck.dio su apoyo al DVP
(Partido del Pueblo Alemán), partido de derechas de marcado ca-
rácter nacionalista.
KARL MUERE EN VERDÚN
Karl Planck tenía veinticinco años cuando su padre accedió al
rectorado de la Universidad de Berlín. En ese momento Karl no
tenía un trabajo fijo y sufría depresiones nerviosas. Max Planck
achacaba los problemas de su hijo mayor a un problema genera-
cional. Se trataba de una generación con dificultades para distin-
guir entre lo que se deseaba y lo que se podía hacer.
Cuando estalló la guerra Karl se incorporó a la Escuela de
Artillería, Erwin se fue al frente y sus dos hermanas ingresaron en
la Cruz Roja. En ese momento Max Planck estaba imbuido del
espíritu patriótico que invadía a casi todos los alemanes. En una
carta escrita a su hermana en septiembre de 1914 dice: «¡Qué
tiempos gloriosos vivimos! Es un gran sentimiento poder llamarse
a uno mismo alemán».
74 EL NACIMIENTO DEL CUANTO DE ENERGÍA