Page 72 - 04 Max Planck
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El manifiesto era una fanática declaración de patriotismo con
                    frases como «Guillermo II ha demostrado muchas veces que es el
                    protector de la paz mundial», o «No es verdad que nuestras tropas
                    hayan saqueado brutalmente Lovaina.  Se han visto obligadas a
                    tomar represalias contra los habitantes furiosos que los han ase-
                    sinado traidoramente», o también «Sin el militarismo alemán, la
                    cultura alemana habría desaparecido de la faz de la Tierra hace
                    mucho tiempo».
                        Planck y sus colegas no podían, o no querían, creer que los
                    mismos jóvenes que hacía unos meses paseaban bulliciosamente
                    por los pasillos de sus universidades hubieran dirigido a las tropas
                    que habían quemado la biblioteca de Lovaina. Sus discursos como
                    rector o como académico y sus cartas del año 1914 a colegas y
                    familiares están impregnados de sentimientos patrióticos y de re-
                    tórica militarista. En una carta suya a Wien de noviembre de 1914
                    podemos leer:


                        Aparte de lo mucho que hay de horrible, hay también una inesperada
                        grandeza y belleza: la solución sin más de las más difíciles cuestiones
                        de política nacional gracias a la unidad de todos los partidos, la
                        exaltación de todo lo que es bueno y noble.

                        Pero en 1915 Planck fue moderando su discurso y pronto co-
                    menzó a expresar en privado sus dudas sobre la pertinencia del
                    Manifiesto de los 93.  En esa moderación tuvo mucho que ver la
                    figura de Hendrik Antoon Lorentz (1853-1928), el líder, casi indis-
                    cutible, de la física teórica europea de finales del siglo xrx y prin-
                    cipios del :xx. Lorentz, con quien Planck mantenía una muy buena
                    relación, pertenecía a una nación neutral, los Países Bajos, y do-
                    minaba por igual los idiomas de las partes en conflicto: alemán,
                    inglés y francés. Tenía oídos para todos y la sensibilidad suficiente
                    para entender el alcance del sufrimiento que la guerra producía en
                    los dos bandos.
                        Lorentz hizo ver a Planck, a través de sus cartas, que el ejér-
                    cito alemán, en efecto, se había comportado en Bélgica con bru-
                    talidad. Durante 1915 se vieron dos veces, una en Berlín y otra en
                    Leiden, y pudieron intercambiar sus impresiones sobre la guerra.





        72          EL NACIMIENTO DEL CUANTO DE ENERGÍA
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