Page 71 - 04 Max Planck
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en que es vivida. Así que uno vuelve una y otra vez a su deber de
            seguir adelante y mostrar a sus seres más queridos el mismo amor
            que uno quisiera experimentar para sí mismo.

            La  segunda esposa de  Planck,  Marga von Hoesslin  (1882-
        1948), fue de enorme apoyo en las duras pruebas a las que iban a
        ser sometidos por las dos guerras mundiales.  En una carta que
        Marga escribió a Einstein en 1948 podemos leer: «Él [Planck] solo
        se mostraba completamente en todas sus cualidades humanas en
        familia».  Con Marga Planck tuvo a su quinto hijo: Hermann. Su
        matrimonio, la educación de sus dos nietas, en la que se implicó
        personalmente, y la estrecha relación que desarrolló con su hijo
        Erwin ayudaron a  Planck a  superar las adversidades.  Pero no
        menos determinantes fueron su fe  religiosa y su sentido inque-
        brantable del deber.





        LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: DEL MANIFIESTO
        DE LOS 93 A LA ABDICACIÓN DE GUILLERMO 11


        Alemania invadió Bélgica el 4 de agosto de 1914. Max Planck, en-
        tonces ya rector de la Universidad de Berlín,  acogió  con entu-
        siasmo el inicio de la guerra. Una ola de patriotismo recoma el país
        y la mayoria de los científicos e intelectuales alemanes no fueron
        ajenos a ella. Tanto es así que respondieron con un manifiesto a las
        acusaciones de las potencias aliadas de que los alemanes habían
        cometido brutalidades en la invasión de Bélgica. El manifiesto, pu-
        blicado el 4 de octubre de 1914, llevaba el título de «Llamamiento
        al mundo civilizado», pero fue conocido como Llamamiento o Ma-
        nifiesto de los 93, ya que iba fumado por 93 intelectuales alemanes.
        La lista incluía a la mayo ria de los grandes científicos alemanes del
        momento. Además de Planck, fumaban el manifiesto Haber, Klein,
        Lenard, Nernst, Ostwald, Wien, y un largo etcétera. El manifiesto
        fue redactado por un escritor de teatro llamado Ludwig Fulda, y,
        al parecer, no fue leído previamente por Planck ni por algunos
        otros de los fumantes (lo que no les exime de responsabilidad).






                                        EL NACIMIENTO DEL CUANTO DE ENERGIA   71
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