Page 36 - 23 Dalton
P. 36
de ellos en forma de pensión económica vitalicia desde el mismo
Gobierno, lo que hizo mucho más llevadera su vida científica. A
la muerte de Davy, la Academia de las Ciencias francesa lo eligió
para sustituirlo. Antes Dalton había visitado brevemente Pruis, en
1822, para reunirse con algunos prestigiosos colegas franceses.
La veneración por la figura del malogrado maestro Lavoisier lo
empujó a ello. Ya en lo alto de su fama, impartió conferencias en
lugares tales como Oxford, Bristol o Dublín, pero los problemas
cardíacos y sus secuelas le hicieron volver a su voluntaria reclu-
sión en la industriosa ciudad de Mánchester, donde fallecería solo,
corno siempre vivió, el 27 de julio de 1844. Poco antes de morir
había recibido el homenaje de sus conciudadanos, y una gran es-
tatua de Dalton, hoy en el Ayuntamiento de la ciudad, había sido
esculpida en su honor. A su muerte, las muestras de afecto y admi-
ración de sus vecinos se repitieron con la sorprendente profusión
narrada al principio de este capítulo.
«Dalton es, probablemente, el único científico
con estatua propia en vida.»
- CITA APÓCRIFA DE LA ÉPOCA.
Después de su muerte hubo quien se atrevió a poner en duda
la existencia de los átomos. El más crítico tal vez fuera el físico y
filósofo austríaco Emst Mach (1838-1916) que, aparte de descubrir
la relación entre la velocidad de un cuerpo y la del sonido, como
pensador positivista que era no pudo sino afirmar que «los átomos
no pueden apreciarse por los sentidos, solo son un invento del
pensamiento». Mach sostenía de forma tajante que para la cien-
cia solo aquello empíricamente comprobable era admisible y, por
tanto, negaba conceptos tales como materia, necesidad y causali-
dad. Los átomos de Dalton entraban dentro de esta negación: eran
necesarios para explicar las moléculas, pero no podían detectarse.
Por tanto, su existencia no pasaba de ser un artificio intelectual.
Este punto de vista tan radical se extendió principalmente entre
los científicos del área alemana, aunque no era compartido por el
vienés Ludwig Boltzrnann (1844-1906).
36 JOHN DAL TON EN LA DISTANCIA